La invasión rusa a Georgia, luego de que Georgia entrara en su provincia separatista de Osetia del Sur, presenta a Occidente con una difícil opción: castigar a Moscú echándola de clubes como el Grupo de los Ocho o buscar una estrategia de apaciguamiento, que podría invitar a ulteriores incursiones en sitios como Ucrania, los estados bálticos o Moldavia.
Hasta ahora, las acciones de Occidente no han sido congruentes con sus duras palabras. Más allá de cancelar algunos ejercicios militares conjuntos y criticar las acciones de Moscú, las democracias europeas y Estados Unidos han alcanzado escaso consenso, y Rusia aprovechó la oportunidad: el martes reconoció de manera formal la independencia de Osetia del Sur y de otro enclave georgiano, Abjasia. Estados Unidos y Gran Bretaña hablaron con dureza. La secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice advirtió a Moscú que Occidente no se quedará cruzado de brazos como durante la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética invadió Hungría y Checoslovaquia.
El miércoles, su homólogo británico, David Miliband, reaccionó ante las palabras del presidente ruso Dmitry Medvedev de que su país "no tiene miedo de nada, incluida la perspectiva de una guerra fría".
Miliband dijo que "nosotros no queremos una guerra fría. Él tiene la gran responsabilidad de no iniciarla". El británico sugirió el jueves que un capítulo desagradable ha comenzado en la historia de Europa: "Estamos en una situación que marca un claro final a la relativa y creciente calma en y alrededor de Europa desde el colapso de la Unión Soviética" en 1991, dijo en una entrevista con la radio de la BBC. Pero, pese a la retórica, los analistas consideran improbable un regreso a la Guerra Fría.
Sin embargo, algunos recuerdan otro período de la historia para usarlo como guía: el imperialismo practicado en el siglo XIX por la Rusia imperial para enfrentar a Gran Bretaña y a Turquía y dominar el Mar Negro. "La actual crisis en el Cáucaso no señala el retorno de la Guerra Fría ni tampoco es factible que señale el comienzo de una guerra abierta entre Rusia y Occidente", escribió en un reciente artículo Dominique Moisi, analista político del Instituto Francés de Relaciones Internacionales en París.
"Es, de manera más sencilla, el regreso del tradicional imperialismo practicado por los rusos hace más de un siglo".
Pero lo mismo existe un temor real, especialmente en Europa oriental, de que las ambiciones de Rusia vayan más allá de Georgia. Varios países de Europa oriental se han unido a Washington y a Londres en el pedido de acciones más enérgicas, como suspender las negociaciones para un acuerdo de cooperación entre Rusia y la Unión Europea, bloquear el ingreso de Rusia a la Organización Mundial de Comercio o echarla del Grupo de los Ocho.
Pero Alemania, Italia y otros han señalado la necesidad de actuar con cautela. La primera posibilidad de Occidente de ofrecer una respuesta unificada a Moscú vendrá el lunes, cuando líderes de 27 países de la UE se congreguen en Bruselas para una reunión de emergencia de tres horas. Los observadores dijeron que no esperan mucho de esa reunión.
PAUL HAVEN
AP