BAGDAD.- Rania tiene sólo 15 años, pero la pasada semana estuvo a punto de convertirse en una nueva 'mártir' iraquí. Esta joven de voz suave fue envuelta en explosivos tras ser drogada por unos supuestos parientes lejanos, aunque no llegó a inmolarse. Acabó en prisión tras ser arrestada por los policías a los que pudo haber matado con sus bombas.
La policía arrestó a la adolescente iraquí en la violenta provincia de Diyala, en Irak, donde militantes sunitas libran una dura campaña contra las fuerzas estadounidenses e iraquíes. Rania fue atrapada por una patrulla vecinal local con un chaleco cargado de explosivos en la capital provincial, Baquba.
Ahora se encuentra en el corazón de una guerra de propaganda de las fuerzas de seguridad iraquíes contra los mismos militantes de Al Qaeda que intentaron usarla como bomba a control remoto. Atenta a la potencial mina de oro publicitaria que podría ser para las tácticas crueles de Al Qaeda, la policía ha hecho desfilar a Rania por la televisión y ha invitado a periodistas a entrevistarla en la que ha sido la primera vez que se permite el acceso a un detenido.
Si se cree a Rania, su perfil coincide con el de otras mujeres suicidas del país, el de la venganza. Su padre y su hermano desaparecieron en 2006, el año más intenso del conflicto sectario de Irak, aunque sus cuerpos aparecieron semanas después.
"Mi padre desapareció y mi madre halló su cuerpo en la morgue; arrojaron el cuerpo de mi hermano al río", dijo, sentada en la cama de su celda, envuelta en una túnica negra larga.
Después, mirando a un punto en el infinito, Rania relató el engaño de su esposo. "Mi marido me presentó algunos parientes que no había visto nunca antes. Sabía bien, así que les pregunté qué tenía. Me dijeron 'Nada, sólo bebe'".
"Después de desayunar, una vieja mujer que dijo ser prima de su marido me puso el chaleco".