Viernes 29 de Agosto de 2008 Edicion impresa pag. 42 > Cultura y Espectaculos
Los 50 años de un hombre muy raro
Hoy, Michael Jackson cumple medio siglo de vida. No llega entero. Sus demonios interiores han hecho estragos con el otrora Rey del Pop. Se ha hablado de una resurrección en Las Vegas, de un disco nuevo, pero lo cierto es que las últimas veces que se lo vio al artista fue con el rostro lleno de parches y en silla de ruedas. A pesar de todo su leyenda vive, no es poco con semejante biografía.

Esta es la escena que sepultó definitivamente la carrera de Michael Jackson: 2002, de pie junto a la baranda de un lujoso hotel en Berlín, sostiene descuidadamente a su hijo de nueve meses, Prince Michael II. De un segundo a otro parece que se desencadenará la tragedia. Jackson duda con el bebé brazos. Por poco y se le escapa al vacío. Al final, lo agarra como puede y lo mete al interior de la suite. Los fotógrafos aunque no dejan de hacer millones de clicks automáticos, han quedado con la boca abierta. Ahora si, está confirmado: el Rey del Pop perdió lo que le quedaba de cordura.

Fue entonces cuando se comenzó a especular acerca de si Michael no sería un peligro para su propios hijos. Si la fractura emocional del cantante no era cien veces más profunda de lo que se pensaba. El altercado marcó la vida de Jackson y por estos días lo hace figurar como uno de los peores huéspedes de hoteles del mundo, según el sitio concierge.com. Ellos tampoco olvidan sus excentricidades ni aquel penoso malabarismo circense.

La decadencia de Michael Jackson, como la Axel Roses, como la de Britney Spears, como la de Mariah Carey como la de Amy Winehouse, ha sido progresiva, patética y sobretodo pública. De sus numerosos vicios íntimos ninguno quedó a salvaguarda del buen gusto o del recato. Tal vez por eso su decadencia esté revestida de un aura de ridículo proporcional al grado de fama que supieron conseguir años atrás. Una de las últimas veces que se lo vio a Jackson fue en Las Vegas, justo la ciudad donde el cantante pretendía resucitar su carrera. Pero no, Jackson apareció en el interior de un shopping acompañado por sus hijos y en silla de ruedas. Meses antes se lo había visto por la calle con el rostro cubierto de parches como si se hubiera afeitado con un machete.

Mucho se ha especulado acerca de su próximo disco. Una obra que acaso no llegue pronto a los comercios si bien un single se filtró en la red semanas atrás. Personas ligadas a su círculo íntimo y especialistas en tan complicada materia como es Michael Jackson, aseguran que el artista se encuentra en un estado de total agotamiento. Y que difícilmente pueda verse en un futuro cercano al Rey del Pop arriba de un escenario o entre las paredes de un estudio de grabación.

Hijo de un padre que jamás transmitió una palabra de amor a los suyos, niño abusado, estrella principal de un grupo de hermanos músicos que impulsó el cambio en el escenario de la música de los 70, cuando bases del sonido popular pedían a gritos ideas frescas, Michael Jackson sobrevivió a la ex

plotación paterna pero no a los monstruos que crecieron junto a su almohada. Que algo estaba mal en Jackson, se evidencia en la catástrofe que sus constantes cirugías provocaron en su rostro y en el resto de su cuerpo. Si Mickey Rourke terminó cortándose un dedo después de aceptar la impericia de médicos desquiciados, Jackson rastrilló su mentón, su nariz, sus pómulos, quemó su cabello rebelde y cambió el color de su hermosa piel afro. Eso para empezar.

El proceso comenzó en los 80 como un gesto. Nada que revelara tormentas interiores. Alguien dijo que la explicación de todo radicaba en que el por entonces exitoso y joven Michael quería parecerse a una de sus hermanas, con quien tenía una relación muy cercana. Fuimos testigos de su ascenso musical y de su decadencia mental. Para cuando la ceremonia en la cual recibió 8 premios Grammys por su álbum "Thriller", Jackson ya no era el mismo. Su cabello lucía achatado, compacto, su nariz se ha había vuelto indiscutiblemente más fina y la piel empezaba a perder pigmentación. Era el principio del fin.

A medida que pasaron los años, Jackson fue convirtiéndose en un adicto a los quirófanos. El duende retorcido que llevaba dentro comenzó a salir a la superficie. A pesar de sí mismo y de esta locura galopante, fue capaz de brindar espléndidos momentos de música y baile. Su capacidad para estar en el pico de la ola por tantos años, de ver más allá de las tendencias musicales reinantes, de atreverse a combinar ritmos consagrados con sonoridades de un amplio espectro urbano, lo ponen por encima de una multitud de artistas pop que no han dudado en reconocer su influencia en su propia música. Sin embargo, en la exaltación de la metamorfosis se encontraba el germen de su aniquilación como artista y persona. Su aparición el filme "Hombres de Negro", en el cuerpo de un extraterrestre, es una broma sacada de la realidad. A esa altura de los acontecimientos millones de personas veían a Jackson como un marciano.

En 2003 Jackson fue acusado de haber abusado sexualmente de un pibe de 14 años. Finalmente, el 13 de junio de 2005 fue declarado inocente de todos los cargos. Pero ¿se podía confiar más en la inocencia del insólito Sr. Jackson que en la avaricia de los padres del chico que pretendían seguir cosechando millones con el terror del cantante? Jackson aún es una esperanza del pop.

Un sueño que se volvió una pesadilla triste pero que quizás encuentre una salida. Una forma de redención. Para el Rey del Pop, hay un disco de distancia entre desaparecer y enderezar las cosas.

 

CLAUDIO ANDRADE

candrade@rionegro.com.ar

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