SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El vuelco de un bote con 20 estudiantes que realizaban una excursión de rafting por el río Limay, puso en alerta a las policías de Río Negro y de Neuquén, a Prefectura Naval y a Parques Nacionales, pues las primeras informaciones indicaban que había varios desaparecidos.
El accidente no pasó de un susto, porque tanto los estudiantes como sus acompañantes estaban equipados con salvavidas y trajes de neoprene, y los que no recalaron en las orilla o en alguna isla, fueron rescatados poco después por las otras balsas que integraban la excursión o por la Prefectura.La excursión de rafting fue contratada por un contingente del Colegio Pío IX del barrio de Almagro, de la ciudad de Buenos Aires, integrado por 55 alumnos y siete mayores que ocuparon tres balsas con sus respectivos guías y embarcaron en cercanías del paraje Rincón Chico.
El accidente se produjo poco antes de las 17 de ayer, cuando el guía de una de las embarcaciones cayó al agua al tratar de evitar el choque contra una rama, y con la intención de ayudarlo los inexpertos tripulantes se inclinaron en su mayoría sobre ese lado y ocasionaron el vuelco de la balsa. Algunos alcanzaron las costas a nado y continuaron descendiendo por las orillas, y otros fueron rescatados por otras balsas o los hombres de la Prefectura de las islas o tomados de los abundantes árboles que lo rodean.
La caída de tripulantes al agua durante las excursiones de rafting suelen ocurrir y excepcionalmente tienen consecuencias, aunque los vuelcos de botes completos no son muy frecuentes, y por eso cundió la alarma entre las fuerzas de seguridad y Parques Nacionales, que enviaron medios móviles, efectivos y ambulancias en prevención de que ocurriera un hecho grave. Sin embargo, fue muy poco lo que debieron hacer, porque el episodio no pasó de una mojadura y un susto.
La excursión debía finalizar en un recreo turístico aledaño al Anfiteatro que rodea el río Limay, a unos 40 kilómetros de Bariloche, pero el accidente hizo que desembarcaran en la costa de la estancia "Rincón Grande", unos tres kilómetros antes de llegar a destino.
La actividad de rafting consiste en el descenso en bote de goma por los caudalosos ríos de la región, bajo la conducción de un guía y la utilización de remos. La practica un buen número de deportistas y aficionados en forma regular, pero entre julio y diciembre cerca de 50 mil egresados participan eventualmente de la experiencia. El número convierte a la zona y especialmente al río Limay, en el lugar de Sudamérica donde mayor desarrollo tiene la actividad, y tanto las autoridades como los empresarios se esfuerzan en mantener niveles de seguridad óptimos.
Las excursiones por el Limay se realizan en un recorrido de 11 kilómetros con dificultades diversas, pero siempre en el tramo bordeado por la Ruta 40 Norte. Los empresarios nunca tuvieron que lamentar un accidente grave, pese a que se trata de una excursión que supone ciertos riesgos. El primer accidente fatal de rafting ocurrió a mediados de 1994 e involucró a una empresa que no estaba habilitada para brindar el servicio.
En esa ocasión, una estudiante de 17 años se cayó de la balsa luego de chocar contra la orilla en un recodo del turbulento río Nirihuau y al sumergirse la chica se golpeó contra algo sólido y se ahogó. Otro accidente fatal ocurrió en el río Manso Inferior, cuando un turista francés quedó sumergido sujeto a unas ramas.