NEUQUÉN (AN).- Lo primero que llama la atención apenas se sabe de ellos es el nombre: Los Viejos Putos. Eso, de entrada, es una sorpresa, o por lo menos una rara forma de bautizarse. Pero es lo de menos.
Lo más importante es la propuesta que traen a la zona con un manejo ecléctico de la música, paseándola por todo tipo de ritmos (funk, soul, rock, blues, country, tango, tecno y un largo etcétera), sumándole imágenes visuales y como si fuera poco, para completar, las actuaciones desprejuiciadas de un trío de artistas manifestando algunas de las infinitas cuestiones de la vida.
El espectáculo ofreció una experiencia intensa el fin de semana pasado, aunque sin modo de rotular, hubo muchos que lo caracterizaron como un show un tanto "bizarro".
Sin duda atrevido, recoge la creatividad y el ingenio de un grupo de amplia y rica trayectoria dentro del arte moderno que decidió (aunque sea por un tiempo) moverse cómodamente sin convencionalismos estéticos.
Por eso, los Viejos ("Pelotita de ping pong" en teclados, "Goldfingers Gutiérrez" en bajo y voz y "Gualtier Maldé" en guitarra y voz, bajo la dirección de Miroslav Larssen) vuelven mañana al escenario del multiespacio Cada loco con su tema ubicado en Juan B. Justo 646.
Subirán a escena, a las 22,
para entretener, divertir y provocar con canciones, imágenes proyectadas en pantalla grande y actuaciones en clave de humor. Donde no faltará, seguramente, cierto tono de ironía.
El trabajo de ingeniería de los Viejos, según cuentan los productores del show, Mario Tondato, Humby Reynoso y Dardo Sánchez, consta de un esfuerzo necesariamente experimental. Con el mismo ritmo sorpresivo que nutre la imaginación de sus creadores.
"Son cultos, sutiles y sugestivos, y sus técnicas de creación artística representan cierto desprecio a la retórica de 'lo bello'", dijeron los responsables de traer el espectáculo por estas latitudes.
Los Viejos -agregaron Tondato, Reynoso y Sánchez- sorprenden con enigmáticos metamensajes. "Más que un poema visual, se trata de una especie de fascinante jeroglífico ubicado en las antípodas del suntuoso marco burgués", definieron.
"La coda desemboca en un autoanálisis crítico, como terapia a caballo de sus memorias íntimas, confesiones impúdicas de sus frustraciones personales", agregaron por si la cosa no quedaba del todo clara.
De lo que no hay dudas es que el viaje que proponen los Viejos no es para nada convencional. Y que en su show el efecto sorpresa se mueve entre escenas que fascinan y repelen al mismo tiempo, con un abordaje carnavalesco del arte.
En ese sentido, los Viejos llegan con frescura, con imaginación zarpada y la superposición de expresiones artísticas diferentes. Lo que se dice un combo delirante de música, imágenes y actuación diseñado para desestructurarse.