Lunes 25 de Agosto de 2008 Edicion impresa pag. 27 > Cultura y Espectaculos
EN CLAVE DE Y: Libre
MARÍA EMILIA SALTO (bebasalto@hotmail.com)

"El Espíritu sopla donde quiere". Vieja antífona católica, un provocador corolario del ruego "ven Espíritu Santo", llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor...Envía tu espíritu y serán creados y renovarán la faz de la tierra".

Sabe, en mí queda poco de las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, diría mejor de sus rituales, y por qué vuela, cual el Espíritu, esta oración a mí cuando tengo que escribir, se debe, según he meditado bastante, a que en aquella memorable ocasión en que un aterrorizado grupo de discípulos - sobrevivientes a la muerte de su Maestro, ya por suerte, ya por cobardía - se convirtieron en lenguaraces intrépidos; y sobre ellos, dice el Evangelio, sopló un viento fuerte y un fuego apareció sobre sus cabezas.

Ahora que lo pienso, no necesité meditar mucho en por qué me fascina este versículo, que tal es el nombre correcto: porque amo el viento, amo la palabra, amo el fuego. A los tres les temo; ocasiones hubo en que me superaron ampliamente, y su poder -no diré destructor, sólo su poder - fue demasiado para mí.

La cualidad del Espíritu, cualidad por cierto irritante, es precisamente, que sopla donde quiere. No depende de preparación alguna, ni de estudios ni capacitaciones ni renovación tecnológica ni dinámica de grupos, y se ríe, mejor diré, se burla, de reiteradas, machaconas llamadas, ven Espíritu, llena nuestros corazones, ven viento, ven fuego, ven palabra. Esto contradice absolutamente otras enseñanzas fundamentales para que el mundo funcione, a saber, que "elijas tu destino", que "te esfuerces", que te "capacites", que "controles", en fin, todos estos pequeños ídolos que han suplantado al Dios que quemaba la zarza en el desierto, sin quemarla, puesto que Moisés oró frente a una zarza ardiendo que no se consumía.

¿Y por qué le digo que se burla? No es que no escuche. Estoy convencida que lo hace, que incluso anota, si es tal cosa necesaria para El. Es que viene cuando quiere, libre, por eso es viento, fuego, palabra.

Así que en esta hermosa mañana de agosto, cuyo sol esplendoroso está levantando la helada segundo a segundo (si hasta me dan ganas de iniciar los ritos del verano, ya sabe, protector, malla, ocio, bronceado, esas cosas); en esta hermosa mañana de agosto 22, tal el día que transcurre ahora, he prendido una vela por mis amigos fusilados en Trelew, sin ira, sin bronca, sólo una dulce tristeza como la que siento con otros muertos queridos, he ido al patio a buscar aunque sea una flor y la he encontrado: un pertinaz conejito naranja que vive porque quiere, verdad enorme que debo admitir puesto que este invierno he dejado el riego en manos de la madre naturaleza y al revés de todas las casas cuyos jardines admiro, no soy de las que van al vivero a buscar colores de invierno ni adelantarme con los pensamientos y las petunias. Ganas me dan cuando miro envidiosa la obra de mis vecinas... pero mi envidia, que en el capitalismo se llama espíritu de competencia, no llega más lejos que un pensamiento en potencial, pensamiento que uso mucho: podría, debería, usted entiende, ese asunto que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.

Y volviendo al Espíritu, es cierto que me representa en ese asunto del fuego, la palabra, el viento, si bien nunca entendí lo de la paloma. ¿A quién y por qué se le ocurrió que es una paloma? ¿Volvemos al símbolo de la paz, la adelantada que le trajo a Noé una rama de olivo que fue la manera de gritar tierra, como el grumete de Colón?

Quizás. Particularmente, me parecen mejor esos pájaros que planean alto y se largan en picada y paran de repente y vuelven a subir casi en vertical...ése me representa mejor el arte de escribir, ¡que se encienda el fuego, que sople el viento, que surja la palabra!, esa palabra, "la" palabra, que le dará al día de hoy un significado, un significado privado, sólo para mí, una palabra que resuma todo y repita cada tanto, degustada como el caramelo "media hora", ése de anís que me gusta desde la escuela primaria. La palabra que al final del día me cobije y calme.

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