Argentina gozó en Pekín-2008 el encanto de conquistar el segundo oro consecutivo, humillar a Brasil, cobrarse revancha de Nigeria y convertir a Javier Mascherano en el primer deportista de su historia en ganar dos medallas doradas.

En el faraónico Estadio Nacional, se vivió una escena de película, con el ex capitán e ídolo Diego Maradona, emblema de la última generación exitosa antes de la sequía de títulos, bendiciendo a la nueva camada de Messi, Agüero, Pareja y Gago.

"Valió la pena venir a Pekín. Ahora espero que el deporte argentino siga creciendo y se pueda trabajar mejor", dijo Diego.

Argentina se tomó desquite contra las fuertes y veloces Águilas de aquella final que perdió en Atlanta 96. Otra revancha, de las no se olvidan, fue la goleada al Brasil de Ronaldinho en semis (3-0) y a falta de hombres récord en los deportes olímpicos tradicionales, en el fútbol apareció la figura de Mascherano, a quien será difícil igualarle la marca de dos preseas doradas.

Contra Nigeria se prolongó además un invicto histórico en Juegos Olímpicos, establecido en el partido de la primera ronda frente a Serbia (2-0), y que lleva acumuladas 12 victorias consecutivas, en todas ellas con Mascherano ocupando su lugar de centrocampista de batalla y recuperación del balón.