Lionel Messi, el jugador más influyente que tuvo Argentina en los Juegos Olímpicos para ganar el oro de Pekín, afirmó con un dejo de rencor, que se dijeron mentiras de él y que nunca se rehusó a jugar con la camiseta albiceleste.
"Nunca le dije no a la selección. Eso es una mentira muy grande. La selección es lo más grande que hay", aseguró Lio al terminar el partido en que Argentina venció a Nigeria 1-0 en la final en el Estadio Nacional.
Messi, de 21 años, no lo mencionó explícitamente, pero en Argentina criticaron su silencio cuando Barcelona abrió un recurso en la FIFA con el argumento de que no tenía por qué cederlo para los Juegos, pese a que el reglamento marcaba que debían jugar los menores de 23 años.
La FIFA apoyó al jugador, por lo que el Barça subió un escalón más en su reclamo. El Tribunal Arbitral Deportivo (TAS) le dio la razón al club catalán, por lo que llegó el un acuerdo con la AFA.
"Le agradezco a (Pep) Guardiola que tuvo un gesto muy lindo de apoyarme. El sabía lo que debía hacer, porque es un ex futbolista, piensa como futbolista", dijo con gratitud por la actitud de darle luz verde.
Messi dijo estar contento por "todo lo que se había dicho en Argentina. Ahora estamos felices porque nos llevamos lo que vinimos a buscar. Merecía la pena jugar con este equipo, con este grupo humano".
El ídolo deportivo Diego Maradona fue quien abrió la ola de críticas, pero el sábado entró a la cancha a celebrar con el equipo, felicitó a Messi. El delantero reveló que otro que lo felicitó al bajarse del podio fue su amigo, el brasileño Ronaldinho.
"Vuelvo a Barcelona con un oro, a seguir disfrutando, y a darle una alegría a mi equipo. Gracias a Dios esto fue una alegría, así como he tenido tristezas, como cuando perdimos contra Brasil (3-0 en Copa América) y nos la bancamos. Ahora nos tocó a nosotros", reflexionó.
Los argentinos habían peleado a brazo partido contra el Barcelona para que aceptasen ceder a su estrella mayor, en un caso testigo de la lucha cada vez más fuerte que involucra a los clubes más ricos, las federaciones y la FIFA.
Todos se desvelan por tener al ídolo y el delantero demostró por qué tanta riña a su alrededor, pero menos por sus conquistas que por una cada vez más madura capacidad de desequilibrar defensas y servir el pase de gol. Puede dar fe de ello Di María, a quien nadie le quitar haber dado el 'toque de oro' sobre el arquero para ganar el partido, pero el pase fue una estocada luminosa de Messi.