Viernes 22 de Agosto de 2008 Edicion impresa pag. 51 > Cultura y Espectaculos
Una actriz sin "Máscaras"
Entrevista con María del Carmen Valenzuela, que viene a la región a presentar una obra sobre una mujer que enfrenta el desamor.

EDUARDO ROUILLET

María Valenzuela empezó a actuar en Jacinta Pichimahuida por televisión e hizo además cine y teatro. En 2006 participó en la tercera edición de "Bailando por un sueño" por el 13. Su trabajo más reciente, en ese mismo canal, fue "Son de Fierro", telenovela que finalizó tras estar un año y medio en el aire. Fue durante años actriz preferida de Alberto Migré, con quien trabajó en tiras como "Piel naranja", donde personificó a Marily, la mala capaz de separar a Arnaldo André y Marilina Ross, los protagonistas. En el 77 junto a Arturo Puig, personificó a una alumna de colegio secundario en "Pablo en nuestra piel". También participó en "El infiel", con André en el 85. Con el autor antes citado, retornó en "La cuñada" (1987), haciendo pareja con Daniel Fanego y Gustavo Garzón.

La comedia dramática "Máscaras" de Lucía Arslanián, con la que Valenzuela está recorriendo la región, dirigida por Manuel González Gil, proyecta la soledad de una mujer que enfrenta sin poder ni querer resignarse, la rutina, la falsedad y el desamor en su matrimonio.

"Si uno se coloca la máscara, está poniéndose encima otra persona que nos es ajena, aunque tiene cosas propias. Y al quitarse la máscara pueden aparecer personalidades que tenemos ocultas, diferentes detalles que hacen a una personalidad. El trabajo del actor se puede interpretar de las dos maneras. Yo sé que encaro un personaje con el director, sé que es de determinada manera y en base a eso, obviamente, le pongo elementos míos."

-¿Es una construcción?

-Es bucear. Bucear, exactamente en lo más profundo de cada escena, en lo profundo de cada personaje hasta ir encontrándolo... Y de esa manera se va armando, con un pasado, una historia, un conflicto, una determinada personalidad. Uno bucea y así lo construye. Después que se debuta, el personaje va afianzándose cuando transcurrieron varias funciones.

-¿Cómo es la transición de la persona que sos a esa otra creada por el autor?

-No es muy consciente, es una ce

remonia que empieza unas dos horas antes de llegar al teatro; cuando recorremos el escenario para ver las distancias, donde vamos a hacer los cambios de ropa, las imposibilidades que podríamos tener; cuando vamos a camarines, sacamos de a poco el maquillaje de la caja y empezamos a pintarnos. Ahí, ya hay todo un halo que encierra al artista, al actor, y de alguna manera termina de ponerle la ropa, ya está en personaje. Lo último que resta es poner el pie derecho (ríe) -por cábala- en el escenario y ahí se larga la fiesta.

-Hay noches en que actuar puede resultar una fiesta y otras en que no, el actor sabe.

-Sí, hay días en que en que la función no nos parece buena, el público no respondió como esperábamos o como es habitual. Yo escucho a la gente antes de salir a escena y me doy cuenta si hay una buena vibración, buena energía, si tiene ganas de pasarla bien, o si está con poca o mala onda. Y en este caso, el desafío es traerla hacia mí, o sea, revertir la cosa en buena onda y que termine aplaudiendo, yéndose feliz de haber ido al teatro. En los momentos difíciles por los cuales atravesamos, la reacción del público se nota en la calle, cuando va a un restaurante, a un café o en las charlas y las caras largas al caminar. En el teatro, no, precisamente porque quiere salir de la realidad y que le cuenten un cuento, lo mejor contado, bien actuado. Que tenga que ver con la comedia para reírse, liberarse, o que pueda emocionarse y descargar por otro lado. Al teatro va con el ánimo de distraerse de la realidad. Ya lo vivimos desde pequeños, desde que nuestros abuelos o nuestros padres nos contaban cuentos. El escenario con la luz, la escenografía, la ropa, los personajes, tiene algo muy mágico, muy de cuando éramos chicos y actuábamos de grandes con corbatas de papá, vestidos de las madres, zapatos de la abuela. No es lo mismo en la televisión. El teatro se relaciona con la concentración, como se da en el cine, pero con el personaje en vivo con aciertos y también errores. Las funciones no siempre son iguales. Realmente es caminar por un hilo muy fino pero muy mágico, a la vez. Desdoblarse de quien es uno, para ser ahora esta Viviana de "Máscaras". Acabamos de debutar, hoy (martes 19, en el Centro Cultural de Viedma) vamos por la cuarta función y estamos con todo el elenco fascinados porque el público se pone de pie para aplaudir. Esto lo viví en "Porteñas", y que nos esté pasando con tan pocas funciones es muy halagador..."

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