Jueves 21 de Agosto de 2008 Edicion impresa pag. 08 y 09 > Regionales
Los acusados estuvieron impasibles ante la lectura de los hechos

NEUQUÉN (AN/ACE).- Los militares acusados de Delitos de lesa humanidad permanecieron impasibles a lo largo de la primera jornada de juicio que se llevó a cabo ayer en el Tribunal Oral Federal de Neuquén.

Todos lucieron chalecos antibalas en la sala de audiencias. Al ingresar al Tribunal alrededor de las 7, la mayoría llevaba gorras de lana y las solapas levantadas o bufandas, para combatir el frío y que el rostro quedara totalmente al descubierto. Se distendieron un poco durante los recesos y no mostraron reacción ante las consignas en su contra, tanto las que se escucharon desde afuera, con cánticos, bombos y altavoces, como las que soportaron del otro lado del blíndex.

El jefe de Inteligencia del Comando en 1976, Oscar Lorenzo Reinhold, fue el único que se sentó en la tercera hilera detrás de los defensores y desde ese lugar, intentó refugiarse tras las espaldas de los ex oficiales y suboficiales de inteligencia Eduardo Molina Ezcurra, Sergio Adolfo San Martín y Francisco Oviedo.

Pero no escondió la mirada, se mantuvo erguido y detrás de los anteojos hurgó en la querella, en los periodistas, y sin mover la cabeza hacia un lado o el otro, revisó con firmeza todo el entorno de la sala.

El jefe del destacamento de inteligencia, Mario Gómez Arena, no lució ayer la barba candado que en 1976 usaba para ocultar una cicatriz que tiene en el sector izquierdo del mentón, en tanto el ojo derecho acusó un leve tic nervioso durante la lectura de las denuncias en su contra.

Solo cambió su mirada adusta por un breve instante cuando se leyó que tanto él como sus subordinados aseguran que no hubo tormentos ni secuestros en 1976, y que en ese período sólo se ocupaban de hacer la "exploración de prensa" a la que estaban dedicados frente a una hipótesis de conflicto con Chile.

El jefe del batallón que es el militar con mayor rango enjuiciado en esta causa, general de brigada (r) Enrique Braulio Olea, permaneció durante horas escribiendo mientras leían las acusaciones. Desde el 2006 fue citado en varias instancias para declarar primero por 15 víctimas y luego por la ampliación de otras dos sobrevivientes, pero siempre se rehusó a hacer su descargo durante las indagatorias.

¿Qué escribe Olea, hablará?, fue la pregunta frecuente mientras, papel y lápiz, el general seguía las alternativas de las acusaciones de fiscales y querellas. El ex jefe de Personal del Comando, Luis Alberto Farías Barrera, fue uno de los que se mostró más inquieto y cansado durante la primera jornada. A la mañana miró en todos los rincones, dormitaba a ratos y consultó un par de veces con sus abogados.

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí