Jueves 21 de Agosto de 2008 Edicion impresa pag. 02 y 03 > Nacionales
ANALISIS: Consciente de sus límites, Cristina aceptó cambios

HUGO GRIMALDI

La épica ha llegado al Congreso de la mano del término "rescate", palabra que se utiliza oficialmente sin pudor para disfrazar la reestatización lisa y llana de Aerolíneas Argentinas y Austral y para darle un tono de ese carácter al proceso que terminará con ambas compañías siendo financiadas por los dineros públicos.

"Rescate" ha sido uno de los pocos términos que ha quedado en pie de lo que fuera el proyecto original que el Ejecutivo mandó a aprobar para "recuperar" -tal el Diccionario- algo que se tenía por "olvidado, estropeado o perdido", como es el caso de las aéreas, una palabra que, ideológicamente, es todo un acierto.

El resto del envío que hizo la presidenta a Diputados a fines de julio ha entrado en una picadora a la que lo sometieron los mismos legisladores

oficialistas, quienes no quisieron pasar de nuevo por el mismo proceso de obediencia debida que los devaluó tanto cuando se discutía la Resolución 125.

En primer lugar, el Acta-Acuerdo firmado con el grupo Marsans, que en Anexo se incorporaba a la ley al artículo 2 ha sido tirado por la ventana, incluida la mención a los pasivos de la compañía, lo que iba a convertir a la operación en una reestatización de la deuda. Allí, también se delegaba el precio final en un Tribunal de Tasación que iba a actuar de modo inapelable si no había acuerdo. ¿Para qué el Congreso, entonces?, se preguntaban los legisladores más reticentes. También voló la mención que hacía el artículo 6 sobre una posible reprivatización.

El clima generalizado en el Congreso está para celebrar la vuelta a casa de la línea de bandera, sin preocuparse demasiado sobre cuánto va a costarle a los contribuyentes ahora o hacia el futuro.

Por último, el oficialismo guardó las formas y destrozó el artículo 7 que permitía el pago rápido a Marsans con fondos del Presupuesto de este año, mientras que el nuevo proyecto especifica que sólo se cubrirán las necesidades financieras y el déficit operativo de ambas empresas hasta el 31 de diciembre de 2008, lo que lleva la discusión a la futura ley de Presupuesto 2009.

Más allá de todos estas cuestiones técnicas de fondo que han dejado desairado al secretario de Transporte, Ricardo Jaime, la presión de los diputados hacia los referentes del bloque para cambiar todas esas pautas, la advertencia de éstos hacia la Casa Rosada ("si va así, no sale") y la rápida aceptación presidencial confirman, desde la política, que algunas cosas parecen haber cambiado en la mecánica de toma de decisiones en el más alto nivel. Conscientes de que Cristina Fernández no puede someterse a otro knock-out legislativo, dejar hacer a los diputados para que avance el tema en el Congreso confirma el grado de debilidad política por el que está pasando por estas horas el matrimonio Kirchner, especialmente Néstor, sostenedor de Jaime y de Guillermo Moreno. (DYN)

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