A menos que Alfio Basile haya llenado su libreta con puntos de vista y conclusiones, el empate en cero entre la selección argentino y la de Bielorrusia no sirvió de nada.

A menos que la empresa rusa Recova, negociadora del fútbol albiceleste haya recaudado lo suficiente (para ellos), haber jugado en Minsk, dos días antes de que otra selección argentina defienda el oro olímpico, habrá sido un despropósito. Como sea, ayer, Argentina y Bielorrusia jugaron un amistoso un "miércoles FIFA" que sembró de partidos amistoso el mundo entero (ver aparte).

Basile pudo probar a Germán Denis como hombre de área, y jugó poco, ya que casi nada le llegó la pelota y la única que tuvo, que fue la más clara del partido, se "devoró" el gol con el arco solitario y a un par de metros de la línea. Su reemplazante, Fernando Cavenaghi, también tuvo una oportunidad y si bien el arquero Yuri Zehvnov se la sacó de la punta del pie, fue una buena combinación con Lucho González.

Entre ausencia olímpicas (Messi, Riquelme, Mascherano, etc.) y los lesionados (Maxi Rodríguez, Demichelis, etc.) la selección tenía pocos atractivos. Era claramente la oportunidad para las pruebas. Incluso tácticas. Tal como venía anunciando para los amistosos preparatorios para las Eliminatorias (en septiembre: Paraguay y Perú) lo haría sin enganche y tuvo enormes dificultades para entrarle a un cerrado sistema defensivo.

En el medio, tuvo a Pablo Ledesma tirado del medio a la derecha y Jonás Gutiérrez sobre la izquierda, por momentos combinando con Heinze en velocidad, aunque en jugadas sin destino cierto. Sin tener Tevez socio para jugar a ras del piso, tampoco tuvo esa alternativa para cortar la defensa local.

Ingresó Cavenaghi por Denis, que no la había tocado en el segundo tiempo, y Mariano González por Ledesma para intentar más despliegue ofensivo. A los 35 salió Tevez e ingresó Lisandro López, pero no hubo cambio en el juego. Como sea, es probable que ya nadie se acuerde de este partido, si es que alguien supo que se jugó.