VIEDMA (AV)- De comprobarse la veracidad de la denuncia de Ángela, una mamá que retiró por la fuerza a su pequeño hijo de seis años del Centro de Atención Integral del Niño y el Adolescente de esta capital, la función y la eficacia de ese hogar de menores dependiente del Ministerio de la Familia sumará un nuevo y grave cuestionamiento.
La mujer hoy está oculta en una habitación de Viedma. Cree que la Policía la busca y que alguien puede ir a quitarle su nene. Su "delito" fue querer volver a estar con su hijo Sebastián, a quien hace unas pocas semanas entregó a su ex marido para que pasara con él algunos días. "Lo dejé ir, porque el nene quería estar con su padre; a pesar de que no me pasaba la cuota alimentaria creí que era bueno que estuvieran un tiempo juntos", cuenta Ángela sobre aquellas jornadas que anticiparon la tormenta.
Según los dichos de la mujer, su ex marido decidió de pronto irse a trabajar a otro lado y dejó al niño a cargo del abuelo. "El hombre es alcohólico y además hay otras sospechas en su contra que ahora no vienen al caso. Se ve que a los dos días se cansó del nene y lo llevó al CAINA", relata Ángela.
Lo más extraño de la denuncia es que en ese Hogar lo recibieron como "si fuera una guardería", dice la mujer. Ángela asegura que unas 24 horas después de haberlo ingresado al CAINA, desde ese centro le comunicaron que estaba allí. "Fui inmediatamente a buscarlo, nunca había pasado tantos días sin mí y quería que volviéramos a estar juntos", afirma.
Pero comenzó allí un largo peregrinar por despachos oficiales. "Pedí aunque sea que me dejaran dormir con él adentro del CAINA, si soy su madre. Pero no me dejaron", agregó. Allegados le recomendaron iniciar los trámites formales para recuperarlo sin problemas, pero todo se demoraba y los obstáculos se sucedían unos tras otro. Mientras por un lado buscaba una casa para alquilar, gestionaba ante el Estado alguna ayuda y trataba de sobrellevar múltiples problemas económicos, recibía a asistentes sociales que le cuestionaban las condiciones humildes en las que vivía.
Cada visita suya al Hogar era una penuria. El niño lloraba que quería volver con su madre y Ángela insistía con llevárselo, pero la rigidez del lugar impedía cualquier intento. Hasta que el jueves último la situación se fue de madres. Ángela tomó al chico y en un descuido salió corriendo con él, mientras los operadores los perseguían por la calle. Subieron a un vehículo que los esperaba y se fueron y desde entonces están ocultos, como prófugos de la justicia. Sebastián lo recuerda como una aventura de la que fue protagonista y relata, ahora feliz junto a su mamá y su hermanito menor, cómo en el CAINA le daban patadas, lo golpeaban y lo rasguñaban, tanto otros internos como los mismos operadores.
La respuesta a este medio por parte del Ministerio de Familia se limitó a una breve esquela de la Subsecretaria de Promoción Familiar, María Teresa Seghezzo.
"Según lo que refiere la profesional coordinadora del Programa de Fortalecimiento Familiar, el niño ingresó al CAINA hace aproximadamente dos semanas, llevado por su abuelo paterno, quien manifestó que hacía meses que no tenía contacto con su hijo. Desde el CAINA se realizó el informe correspondiente a la Asesora de Menores, la que está en forma permanente al tanto de las acciones. Se ubicó a la madre a través de contactos en Patagones, pero las condiciones no estaban dadas para que viviera con ella y existe un acta firmada con ella que refiere los acuerdos alcanzados. El nene no estaba escolarizado y recién fue inscripto en la escuela desde su ingreso al CAINA. No tenía restricciones para su visita, pero no está previsto que duerma en el CAINA, al no tratarse de un bebé. En la última visita se llevó al nene a pesar del pedido de las operadoras de la institución de que no lo hiciera. También se informó de la situación actual a la Asesora de Menores", se indicó en el informe oficial.