SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Wálter Guíñez, el delincuente capturado el sábado en su domicilio por la policía, ya fue condenado por varios robos con armas y cumplía una pena de 16 años de prisión cuando el 19 de junio de 2006 se fugó de la cárcel local, en compañía de Martín Gentilín, por un hueco que practicaron en el cielo raso.
Ahora, a Guíñez, de 34 años, lo consideran responsable de una nueva serie de robos con armas, y un atentado y resistencia a la autoridad que se consumó en julio de 2007, ocasión en que detuvieron a Gentilín y él volvió a fugarse luego de lesionar al comisario inspector Edgardo Pérez.
Antes de su última condena a 6 años de prisión, el 16 de junio de 2003, Guíñez ya se había fugado dos veces del hospital y cumplía una pena de 10 años y medio de prisión, pero logró eludir otras, como la de 5 años y medio que había solicitado el fiscal Enrique Sánchez Gavier por dos robos con armas en 1998, y otra por un robo en grado de tentativa ocurrido con posterioridad, porque los jueces no encontraron acreditada con certeza su participación.
Al delincuente capturado le diagnosticaron "problemas psicológicos con tendencias suicidas" luego de que intentara quitarse la vida en varias oportunidades, una de ellas incluso en presencia del Tribunal que lo juzgaba. Estuvo varias veces internado, luego de producirse cortes en el cuello, y en otra ocasión tuvieron que darle 8 puntos de sutura en la herida que se produjo en el mismo lugar, pero no logró que lo derivaran al hospital. En esa ocasión, debido a su peligrosidad, las autoridades lo trasladaron para que le brinden los primeros auxilios y también para que le realizaran las curaciones, pero lo mantuvieron alojado en la alcaidía, en una celda y con estricto control.
En la última oportunidad, en el inicio del debate por un asalto a mano armada, intentó degollarse con un trozo de hoja de afeitar que habría ocultado en su boca, pero sólo alcanzó a producirse lesiones. Unos días antes se colgó de la bisagra del conducto de calefacción ubicado sobre la puerta de entrada de su celda, con una cuerda que fabricó trenzando trozos de una sábana, y se arrojó desde la cama que había ubicado junto a la abertura.