NEUQUÉN (AN).- Una pronunciada escalada de violencia, que parece no tener freno, se está registrando en el Oeste capitalino. Hay un 125 por ciento más de homicidios, son periódicos los incendios de casillas, muchos de ellos intencionales, y sólo el Hospital Heller atiende más de 80 casos de violencia callejera, familiar y con armas por mes.
Las autoridades trabajan desbordadas en una geografía donde predominan las tomas con una densidad importante de personas que se incrementa semana a semana por decenas.
Matar para vivir
Durante todo el 2007 el saldo de muertos en la provincia fue de 27 y en lo que va del 2008 van 33 víctimas fatales por lo que ya se ha superado en un 100 por ciento la cantidad de hechos. Del total de asesinatos que lleva el año más de la mitad, 17, ocurrieron en la zona Oeste.
Un parámetro del crecimiento lo dio a conocer el Néstor Lepén, titular de la comisaría 18, donde en el 2007 hubo 3 muertes y en lo que va del año son 7 los homicidios que se han producido por lo que registran un incremento del 125 por ciento.
El último fue un doble crimen que ocurrió el viernes pasado cuando ultimaron a dos hermanos, de 30 y 37 años, a los que fueron a buscar a su vivienda mientras dormían y los despertaron a cuchillazos. Ambos murieron producto de las lesiones que les ocasionaron.
"Estos son hechos que no se pueden prevenir porque suelen surgir de reyertas de momento", explicó el uniformado.
Lepén analiza que los homicidios lo suelen ocasionar algunos malvivientes que buscan "tener preponderancia en la zona y transformarse así en dueños de sectores. Pero además están los dramas familiares que terminar con hechos de violencia contra la misma familia", detalla el comisario que tiene una jurisdicción de unos 50.000 habitantes y en constante crecimiento.
"Son entre 5 y 6 familias las que se instalan semanalmente en el oeste principalmente en tomas", asevera el Lepén.
"Uno de los problemas es el choque cultural que se produce ya que viene gente del norte del país y de otras provincias como Buenos Aires, Mendoza, y de otros países como Bolivia, Perú y Chile. Además de gente del interior de la provincia", cuenta el uniformado.
A estos inmigrantes también se suman maleantes que entienden que el Oeste es un buen refugio para huir de la ley. "Hay gente que viene de la misma capital que para protegerse de la persecución policial se instalan en este sector y cometen hechos delictivos en otros sectores de la ciudad usando esta zona de guarida", confía el comisario.
Las diferencias llevan muchas veces a que se atente contra los vecinos quemándoles las precarias viviendas que son casillas de madera cantonera, chapa y plástico. Son 47 las casillas que han ardido en lo que va del año, pero son pocos los que denuncian la intencionalidad del hecho por una cuestión de códigos que sólo ellos entienden.