GORI, Georgia - "¡Silencio! ¡Orden! ¡Por turnos!", grita el responsable de un convoy humanitario en el centro de la ciudad georgiana de Gori, bajo ocupación de las fuerzas rusas.
Una nube de 150 personas, entre las que abundan hombres de avanzada edad, grita y se abalanzaba sobre un autobús amarillo que acaba de llegar, ayer por la mañana, agitando las tarjetas de inscripción que les da derecho a beneficiarse de la ayuda humanitaria.
La distribución de las papeletas acuñadas por la Media Luna Roja de Turquía desencadena una avalancha y discusiones. Se acusan entre sí de apropiarse de más de un cartón o se lamentan de no haber recibido nada.
"¡Queremos pan y no nos dais nada!", grita una voz entre la multitud dirigiéndose al responsable georgiano que organiza la distribución.
La desesperación se apodera de los escasos habitantes que optaron por no huir de la ciudad, cortada del resto de Georgia desde la llegada del Ejército ruso hace casi una semana y donde la ayuda llega con cuentagotas.
De hecho el embajador de Francia en Tiflis, Eric Fournier, llamó el sábado a las fuerzas rusas a permitir la entrada de alimentos y medicinas en Gori (centro) en vista de que la situación era "dramática".
El general ruso Viatcheslav Borisov, al mando en la zona, aseguró ayer que las carreteras estaban abiertas a la ayuda humanitaria. Pese a la presencia de las fuerzas rusas, se palpaba la vuelta a una cierta normalidad en la ciudad.
La mayoría de los edificios estaban intactos, aunque unos cuantos exhibían malheridos los impactos de bombardeos. En la plaza central, los cristales de todas las fachadas quedaron hechos añicos.
Algunos ancianos charlan en la calle frente a sus casas. Pocos son los comercios que se atreven a abrir sus puertas. En el principal mercado de la ciudad, las tiendas están desérticas, con la excepción de un pequeño puesto de frutas y verduras.
Micha Khizanichvili, un ingeniero jubilado, cuenta que la situación fue "extremadamente difícil. Ha habido muchos saqueadores. De alguna manera, los soldados rusos nos protegen. Algunos militares son buenos, pero otros son malos", relata. (AFP)