Domingo 17 de Agosto de 2008 Edicion impresa pag. 31 > Internacionales
Florece una pequeña Dubai en Siberia oriental
El boom petrolero permite vivir, en esa parte de Rusia, con el máximo confort de estos tiempos.

JANTI-MANSIYSK (DPA).- La ciudad petrolera rusa de Janti-Mansiysk tiene mucho que agradecer al precio record de la energía: una sala de conciertos hecha en acero y vidrio, rascacielos futuristas y una de las mejores instalaciones del mundo para biatlones hacen felices a sus casi 60.000 habitantes.

Montos millonarios fluyen hacia esta pequeña ciudad de Siberia Oriental ubicada a casi 2.000 kilómetros al este de Moscú.

Sin embargo, el conductor del micro Ilya, que maneja sobre las calles más limpias del gran imperio, comparte el mismo destino de la mayoría de los automovilistas del mundo: al llegar a la estación de gasoil se frustra regularmente. "Un litro de gasoil cuesta 25 rublos. Al tipo de cambio, esto es un poco más de un dólar", despotricó el empleado estatal.

Como para muchos otros, a Ilya le cuesta caer en la cuenta de que el elevado precio del gasoil no se fija en su región natal, de donde se extrae, por lo menos, una de cada 20 toneladas de la producción mundial de petróleo.

Que el poderoso gobernador de la región, Alexander Filipenko, sea un ingeniero constructor de puentes, es fácil de entrever. La autopista de cuatro carriles, como en los Alpes, es sostenida por decenas de columnas de hormigón, pese a que tendrá que salvar sólo una depresión en el camino al aeropuerto.

Sobre el río Irtysh se sostiene un gigantesco puente de acero que une Janti-Mansiysk con la nada de la tierra siberiana. La siguiente ciudad más grande está a casi 500 kilómetros de distancia.

Los habitantes de Janti-Mansiysk la llaman en broma "La ciudad de los Puentes", aunque no puedan percibir el perfume de Venecia en los pantanos siberianos. El mismo Norman Foster, el arquitecto estrella que proyectó, entre otros, la cúpula de vidrio del Parlamento alemán en Berlín, dejó su tarjeta de presentación en esta provincia rusa.

El maestro dejará su huella en esta mini-Dubai no con un puente, sino con un rascacielos de casi 250 metros de alto dentro del cual la población completa de la ciudad entraría cómodamente.

También los edificios de esta metrópolis de deportes invernales se ven muy ordenados para lo que es la norma rusa. Los siberianos presentan su ciudad, que hace pocos años se escindió de la penumbra de la Unión Soviética, con el pecho hinchado de orgullo.

Los visitantes se maravillan por el confort occidental que hay por todos lados, ya sea por la internet inalámbrica del moderno aeropuerto ubicado en los portales de la ciudad o por la acicalada estación fluvial construida con mármol en las paredes.

En Janti-Mansiysk, no se deja entrever nada de los trabajos pesados de la extracción del petróleo en esta unidad administrativa del tamaño de Francia, con 50 grados bajo cero en invierno y un verano caluroso con ataques de mosquitos.

En contraposición a cientos de otras pequeñas ciudades rusas, Janti-Mansiysk no tiene nada que temer a los problemas demográficos. "Aquí hay suficiente trabajo bien pago. La ciudad nos brinda a todos una perspectiva", señaló Andrei, un estudiante de 23 años que da vueltas por la ciudad con su novia Inessa. El ingreso mensual promedio se sitúa en los 30.000 rublos (820 euros), un valor notablemente mayor al de otros lugares de Siberia.

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