BUENOS AIRES (Télam).- Sobrevivientes, familiares y organizaciones de derechos humanos nucleados en la Mesa de Trabajo y Consenso organizaron ayer una jornada de homenaje y reivindicación por la memoria de los detenidos-desaparecidos, al cumplirse 30 años del funcionamiento del ex centro clandestino de detención "Olimpo".
El punto de partida para recordar los treinta años del inicio del horror fueron las esquinas de Olivera y avenida Rivadavia, en el barrio porteño de Floresta, desde donde familiares y sobrevivientes partieron caminando bajo el silencio de los aplausos hasta llegar a una de las entradas del antiguo playón ubicado sobre Ramón Falcón. Julio Lareu y Rebeca Sacolsky, sobrevivientes del ex Olimpo, entraron al lugar esta vez sin grilletes ni ojos vendados como lo hicieron en la madrugada del 16 de agosto de 1978 cuando fueron llevados desde el ex centro El Banco por fuerzas policiales al mando del Primer Cuerpo de Ejército.
"Me torturaban por ser judía. Decían que no sabía el Himno Nacional y me lo hicieron cantar durante toda una noche subida a un altillo", recordó la mujer que con 85 años camina erguida mostrando un pañuelo bordado con un: 'a Tita, feliz día' y el nombre de cada uno de los compañeros de celda regalado en el Día de la Madre.
El audiovisual preparado para mostrar en quince minutos la historia de la tragedia que vivió el país entre 1976 y 1983 fue observado por un centenar de invitados.
La jornada continuó con una muestra de libros prohibidos durante la dictadura, mapas donde se identifican los más de 600 centros clandestinos de detención y paneles con gráficos del circuito integrado por los centros Atlético-Banco-Olimpo.
El Olimpo fue utilizado por fuerzas represivas bajo el control de la jefatura del I Cuerpo de Ejército en dependencias de la División de Automotores de la Policía Federal, ubicada en las calles Ramón Falcón, Lacarra, Fernández y Olivera, en Floresta. Operaban, entre otros represores, el integrante de la Policía Federal Julio Simón alias el "Turco Julián", Juan Antonio del Cerro y Samuel Miara. Funcionó desde el 16 de agosto de 1978 hasta enero de 1979, y a pesar de que su cierre se produjo seis meses después, se estima que fueron alojados allí unos 600 detenidos, de los cuales sobreviven unos 50.