"La gente joven se muda a las ciudades petroleras. Los grandes nos quedamos solos", sostuvo Anna, una mujer cercana a los 50 años que debe acarrear su comida diariamente a su poblado.
Lugovskoye, una pueblo venido a menos, se encuentra en el medio de un gigantesco paisaje pantanoso. Allí no hay calles asfaltadas. En el verano, el poblado sólo es alcanzable por barco y en invierno por sobre el hielo.
Pero en primavera y otoño se vuelve más difícil. "Una vez tuve que quedarme en la ciudad seis semanas", recordó Anna, porque sólo se podía acceder al pueblo en helicóptero. Junto al embarcadero, en el medio de la basura y la chatarra, una mujer espera a sus parientes con sandalias de goma y ropa deportiva.
" Aquí había antes una maderera, que trabajaba día y noche", recordaba la regordeta señora mientras observaba las olas del río Ob. Pero la industria cerró hace mucho tiempo.
El pueblo de Lugovskoye no recibe nada del boom petrolero. "El dinero lo ganan otras personas", explica la mujer con tono de resignación. (DPA)