ROCA (AR).- Raúl "El Chino" Avilés y a Oscar Jara pasarán prácticamente el resto de sus días en la cárcel. El Tribunal de la Cámara Primera del Crimen los consideró penalmente responsable del brutal asesinato de un interno ocurrido en el año 2006, cuando lo ultimaron de 34 puñaladas en una celda del Establecimiento de Ejecución Penal 2.
Los jóvenes que ya estaban cumpliendo condenas de 14 y 18 años, se tomaron revancha con la víctima porque sospechaban que había participado del crimen de dos sujetos ocurrido semanas antes en Cipolletti.
Como suele ocurrir en esta cámara, la lectura de la sentencia comenzó por el final. El juez Carlos Gauna Kroeger, anunció que el tribunal -que también integran los doctores Mario Buffi y Flora Díaz- los había hallado por unanimidad responsables del delito de homicidio calificado, y les impuso una pena de prisión perpetua.
Los magistrados dieron por probado que participaron del crimen de Hugo Irusta Sueldo (24), quien el 2 de enero de 2006 se encontraba alojado en la celda 9 del pabellón 1, junto a Diego Luján Gómez. La víctima junto a su compañero, estaban sospechados de haber participado de la muerte de dos sujetos ocurrida en Cipolletti, en medio de una disputa entre bandas relacionadas al delito.
El ataque de Avilés y Jara ocurrió pasadas las 20. A esa celda ingresó un grupo de internos de los cuales se logró identificar solamente a los dos imputados. Una vez en el interior, le tiraron una frazada y cuando Irusta Sueldo se la sacó de encima, recibió una "lluvia" de puntazos y cuchillazos, que según la autopsia, llegaron a 34.
Para provocarle la muerte utilizaron desde hierros (con y sin filo) hasta puntas, bisturí y un pedazo de chapa. Pero la herida mortal fue la que le infringieron en el pecho y que prácticamente le cruzó el corazón.
El testimonio de Diego Luján Gómez, amigo de la víctima desde los 14 años, fue determinante porque no solamente reconoció a los dos atacantes en la rueda de reconocimiento, sino que también brindó detalles concretos de la agresión que pusieron a los condenados en una compleja situación procesal.
Al ajedrez
Para los jueces, las coartadas de los dos imputados no fueron valederas. Uno de ellos había sostenido en su declaración que esa noche se encontraba jugando al ajedrez con otro interno (al que no pudo identificar con nombre y apellido), mientras que el otro dijo que durmió una siesta de varias horas y que no escuchó nada en torno al ataque.
Pero para los magistrados estas estrategias no fueron corroboradas durante el proceso, y dieron plena veracidad al testimonio de Gómez, quien ratificó sus dichos en al menos seis oportunidades.
Los dos jóvenes -quienes ya estaban cumpliendo penas por delitos sumamente graves- fueron condenados a prisión perpetua y solamente podrían conseguir la libertad (dentro de 25 años), en caso de que la Justicia les termine conmutando parte de esa condena. De lo contrario, deberán pasar el resto de sus días en la cárcel.