Elvis, la pelvis. Con esa breve definición bastó, durante muchos años, para retratar la figura del mayor cantante de rock, blues y country de la historia.
No siempre fue de este modo. Elvis Presley supo de la gloria, el ocaso y el renacimiento en vida. Luego, después de muerto en circunstancias poco claras, vendría su leyenda.
Este vertiginoso andar le permitió ubicarse en cada género según se lo dictaba un reloj interior de perfecto funcionamiento. Tratándose de música, no falló. Otra historia resultó de su lastimoso paso por el cine.
Su estilo vocal y su prestancia artística sobre el escenario serían el nexo entre la cultura negra y la furia anglosajona. Nunca hasta la aparición de Elvis, el sonido afroamericano encontró un traductor tan exquisito, tan global y bien dotado para avanzar hacia una mixtura universal de su sonido. El rock hermanado con el soul y pariendo, por proyección y necesidad, al pop.
Los orígenes del Rey del Rock lo muestran como un chico apasionado por la música en términos muy amplios, el gospel, el blues, el country, la música melódica de Dean Martin y Mario Lanza, y por sus raíces indias, puesto que Elvis, por parte de su madre, tenía ascendencia cherokee.
Elvis descifró un código social que permanecía cerrado para la black music. La candencia que lo caracterizaba le imprimía a su interpretación un condimento erótico que hasta la mitad del siglo XX no pudo ser categorizado sino como pornográfico. Elvis fue el símbolo de la sensualidad y el desenfreno, en una sociedad que prefería la misa dominical y los vestidos largos y blancos.
En su tercer show para Ed Sullivan, las cámaras lo tomaron durante todo el recital de la cintura para arriba. Lo que sucedía abajo, constituía un misterio, un tabú que se revitalizó con el acto de censura.
Antes que los Rolling Stones y The Beatles, Elvis atravesó la barrera del frenesí. Por primera vez las jóvenes comenzaron a conocer las miles del éxtasis. En ciertas épocas, Elvis ocasionaba más llantos que aplausos entre su audiencia.
Y si en la industria del cine se mostraba cauto y conservador -ya es conocida la frase que le dijo a John Lennon al respecto: "Seré un chico de campo que conoce chicas y canta canciones. La última vez que nos alejamos de esa fórmula perdimos dinero"- en lo musical, su radio de acción era amplio y exitoso.
Elvis dominaba plenamente las artes de la música negra y de ahí en más desarrolló un ritmo arrollador que lo erigió en uno de los primeros ídolos pop de la historia de la música, haciendo, bueno, esa rara mezcla de rock, blues y country que todos conocemos.
Elvis dividía sus composiciones entre la simplicidad típica del campo y la devoción por un estructura sonora más complicada propia de lo urbano en lo relativo a cultura, y lo electrónico, en lo relativo a sonido. Desde su "Heartbreak Hotel", en adelante, se reveló interesado en una dinámica cada vez más rica. Tenía todos los elementos para convertirse en un intérprete de elite, tanto como en una superestrella al estilo siglo XXI. Enfrentado a ambos caminos, Elvis cometió la osadía de seguir los dos al mismo tiempo. El chico nacido un 8 de enero de 1935, en Tupelo, era capaz de sorprender con un rock and roll de claras reminiscencias afroamericanas como "Blues Sued Shoes" para luego enfocarse en la dulce textura sonora de "Love Me Tender". Las siempre solicitadas y revisitadas interpretaciones de "Jailhouse Rock" y " Dont Be Cruel", sirvieron para demostrar su enorme evolución como artista.
Sus records en la industria de la música parecen de ciencia ficción. Elvis grabó 75 álbumes de estudio desde 1956 hasta el año de su muerte en 1977. Se dice que vendió (y lo seguirá haciendo) alrededor de 1.000 millones de discos.
Su regreso a los escenarios, luego de su participación primero en la Segunda Guerra Mundial y después en la industria de Hollywood, fue desde un lugar muy significativo: la televisión. El "1968 Comeback Special" inauguró una nueva era en lo que a ídolos mediáticos se refiere.
Elvis recuperó el espíritu perdido en sus años junto al negocio cinematográfico. Se mostró nervioso, alegre, intenso y sobre todo en forma. A los 33 años, la gran audiencia lo redescubrió y lo puso en su mesa de luz para siempre. Ya han pasado 40 años de esa presentación, vestido de cuero negro, en el transcurso de la cual se consagró como ícono sexual (y cuanto cuero vendría después con el cine erótico de las décadas siguientes) y 31 años desde su fallecimiento. Una muerte que, como no podía ser de otra manera, estuvo envuelta en un halo de sospecha.
Hay una escena en el sobresaliente filme musical dirigido por Phil Joanou "Rattle and Hum" que habla por sí sola de la influencia del cantante en las generaciones de músicos que le siguieron. En él se lo puede ver al baterista de U2, Larry Mullen Jr, subido a la motocicleta de Elvis Presley en su mansión de Graceland, una actividad terminantemente prohibida, por cierto. La siguiente imagen es la de Mullen, meditando, pensando, según explicaría luego, en Elvis Presley, y en todo lo que significó para él y por prolongación para U2, la banda de rock más importante de los últimos 25 años.
CLAUDIO ANDRADE
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