Viernes 15 de Agosto de 2008 Edicion impresa pag. 53 > Cultura y Espectaculos
El Festival de la Luz brilla en todo el país
En el marco del XIV encuentro fotográfico que se realizará hasta el 31 de agosto en todo el país, una entrevista a la mexicana Graciela Iturbide, quien presenta su libro "Ojos para volar".

BUENOS AIRES (Télam z).-La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide expone en el Centro Cultural Recoleta imágenes de su libro "Ojos para Volar", entre las que privilegió autorretratos y una historia sobre la muerte en la que una vez más lo subjetivo juega un papel clave y la cámara es un pretexto para conocer el mundo.

"Para mí la fotografía es como la vida, la cámara es el pretexto: sales a la calle, te encuentras con mil cosas que no imaginabas y ahí empiezan las series", dijo a Télam la fotógrafa reconocida por sus trabajos sobre la cultura indígena de su país.

Esta muestra, que llegó a Buenos Aires en el marco del XV Festival de la Luz, es una selección más acotada de la que se presentó en Texas y el en DF, a partir del libro, ilustrado con fotografías de la artista, aportadas por tres coleccionistas de imágenes sobre México y del sur de Estados Unidos.

"La verdad que yo soy muy egoísta con mi trabajo, no me hago ningún planteo antes de comenzarlo. Es muy subjetivo, sale de mi problemática o de mis emociones porque la fotografía no puede ser objetiva, la cámara es el ojo de cada quién", resumió la ganadora del premio Hasselblad 2008.

El libro que editó la Universidad de Austin a partir de una entrevista que le realizó Connie Todd lleva el nombre de "Ojos para Volar", a propósito de un autorretrato en el que ella aparece con pájaros pintados en los ojos.

"Lo más importante es el contacto y la complicidad con la gente te vuelve un poco invisible y puedes moverte como amiga donde estés. No es que diga desde el principio voy a fotografiar a tal, no

tengo premisas. Vivo en los pueblos, vivo en los lugares que voy, van saliendo cosas y al final todo se arma, como este libro. Yo salgo con mi cámara y ...", señaló Iturbide. "Venía fotografiando angelitos, como se le llama a los niños muertos, hasta que en el camino encontré un señor que era muerte, mitad calavera y mitad vestido, lo picoteaban unos pájaros. Lo fotografié y después vi a esos pájaros volando y sentí como que la muerte me dijo 'ya, hasta aquí llegaste', y ahí empecé mi libro de pájaros", repasó la discípula de Manuel Álvarez Bravo.

Los momentos personales juegan un rol significativo para la creación de sus trabajos, como cuando comenzó -en los 80- a retratar la vida de los mexicanos ilegales de Los Angeles, quienes se autodefinen como cholos, de la misma manera que en México se nombra despectivamente a los indígenas. "Esos cholos eran primos de una amiga pintora, 20 años después tuve la posibilidad de volver a ver a uno de ellos y me pidió que los siguiera fotografiando pero sentí que no, que ya había pasado el momento. Además me daba tristeza -dijo-, uno estaba en la cárcel, al otro se le había incendiado la casa".

"Éste es un tema muy interesante que en ese momento hubiera seguido, pero ahorita mismo me da tristeza ver la vida de cada uno de ellos que están dispersos, acumularon más tragedias y tienen a sus niños sin esperanza", mencionó Iturbide.

El único viaje de trabajo que la artista realizó a Argentina fue en 1989 cuando la agencia francesa Vu la envió a hacerle fotos al escritor Juan José Saer, a quien fotografió en Santa Fe, durante un asado junto amigos y otros poetas.

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