TUCUMÁN.- Las contradicciones en los testimonios de dos ex funcionarios del penal de Villa Urquiza, donde estuvo detenido antes de desaparecer el senador justicialista Guillermo Vargas Aignasse, caracterizaron ayer la audiencia del juicio oral a los represores Antonio Bussi y Luciano Benjamín Menéndez.
Las diferencias en los testimonios de José Gerez y de Carlos Décima, que se desempeñaban como oficial de servicios y guardiacárcel de Villa Urquiza, hicieron que el fiscal general ante el tribunal, Alfredo Terraf, solicitara la detención de ambos por supuesto falso testimonio.
No obstante, los vocales del Tribunal Oral, Gabriel Casas, Carlos Jiménez Montilla y Josefina Curi, resolvieron que sólo correspondía remitir las actuaciones al fiscal de primera instancia Emilio Ferrer para que investigara si los testigos incurrieron en algún delito. Anoche, el tribunal había dispuesto que Gerez fuera sometido a un careo hoy con Roque Cabral y con Raúl Molina, que se habían desempeñado como juez de Instrucción Militar '76 y secretario de esa unidad, respectivamente, ante quien Gerez declaró en febrero de 1984 cuando, tras la vuelta de la democracia, se inició un sumario en sede militar por lo sucedido con Vargas Aignasse.
Cuando declaró ante el tribunal, Gerez aseveró que nunca había visto a Vargas Aignasse; sin embargo, según el acta labrada por Molina en abril de 1976, presenció cuando fue alistado un vehículo en el patio interior del penal para el traslado de Vargas Aignasse y otro detenido porque supuestamente quedaban en libertad.
No obstante, cuando le acercaron el acta en la que constaba su firma, Gerez dijo que la rúbrica no era exactamente la suya, tesis que sostuvo hoy, del mismo modo en que tanto Cabral como Molina insistieron en que, aunque no recordaban a Jerez después de 24 años, "si eso constaba en el acta es porque así había sucedido".
Como consecuencia, el tribunal ordenó que inmediatamente se practicara una pericia caligráfica para determinar si la firma estampada en el acta pertenece a Gerez.
En tanto, el testigo Carlos Décima sostuvo la tesis que defienden los militares, según la cual desconocidos interceptaron el vehículo (una vieja "Estanciera") en la que eran trasladados Vargas Aignasse y otro militante, Pedro Rubio, desde el penal de Villa Urquiza hasta sus respectivos domicilios particulares, supuestamente para liberarlos.
Décima aseveró que no conocía a Vargas Aignasse y recién lo vio cuando el comisario Gerez, que prestaba servicios ese día en la cárcel, le ordenó aquel 5 de abril de 1976 que acompañara y custodiara al chofer, que se apellidaba Oviedo y ya murió, encargado de trasladar a dos detenidos que iban a ser puestos en libertad.
Durante esta semana, la rueda de testimonios seguirá hasta hoy ya que son 25 los testigos ofrecidos por el fiscal y los defensores de Bussi y de Menéndez. A los repre