TRÍPOLI.- Al menos 14 personas murieron, entre ellas nueve soldados y un niño, y unas 40 resultaron heridas al estallar ayer una bomba cerca de un autobús en Trípoli (norte), en uno de los atentados más sangrientos de los últimos años en Líbano.
El ataque tuvo lugar pocas horas antes de que el presidente Michel Suleiman viajase a Siria -en la primera visita a ese país de un mandatario li
banés desde la retirada de las tropas sirias del Líbano en el 2005- para mejorar las difíciles relaciones bilaterales.
El general Suleiman, que había renunciado a la jefatura del ejército para ser electo presidente en mayo, condenó el ataque "terrorista" de Trípoli y afirmó que las fuerzas de seguridad "no cederán ante los intentos de aterrorizarlas".
La bomba estaba colocada en una maleta al borde de la calzada de la calle de los Massarif, en pleno centro de la ciudad, y explotó a proximidad de un autobús civil utilizado con frecuencia por los soldados.
Catorce personas murieron, incluyendo nueve militares y un niño limpiabotas de ocho años, según el balance de un responsable de seguridad.
El atentado no fue reivindicado hasta el momento. Según los primeros elementos de la investigación, en la maleta había unos "20 kilos de explosivos", señaló el responsable.
Unas 40 personas sufrieron heridas y 15 de ellas permanecen hospitalizadas, una en estado grave. Los hospitales lanzaron urgentes pedidos de donaciones de sangre. "¡Mi hijo! ¡Mi hijo!", gritaba una mujer golpeándose el pecho antes de desmayarse en uno de los hospitales, al enterarse de que entre las víctimas mortales figuraba su hijo, un soldado de 22 años. Era una de las tantas imágenes desgarradoras tras el ataque. (AFP)