Que los chicos se hagan grandes es una consecuencia biológica. Que los chicos sean agrandados es una cuestión de temperamento. Pero la de "chicos grandes" es una inevitable nueva categoría.
Llega el Día del Niño y tíos o abuelos nos ponemos en frecuencia y comenzamos a tantear las preferencias jugueteriles de los párvulos.
¿Juguetes? ¡Ja!, ilusos. Siempre los chicos quisimos jugar con los juguetes que usaban los grandes. Los autos, los revólveres, la pelota y criar hijitos. Nuestros queridos padres nos regalaban revólveres de plástico, autitos de fricción, muñecas que cerraban los ojos -uno siempre antes que el otro- y pelotas de plástico y nosotros re-chochos.
Hoy, los chicos grandes siguen queriendo los ju
guetes de los grandes porque desde siempre se cumple la ley de Abuin que dice que: "Cuando uno es chico quiere ser grande, cuando uno es grande quiere ser chico y cuando se está en la mitad no sabe lo que se quiere". La diferencia es que esos chicos grandes de hoy, quieren los mismos juguetes que los padres y no es figurativo. Los mismos. Un MP3 como el de papá, un equipo de audio con entrada USB como el de papá, una compu como la de mamá, una play-station como la del tío, un celular.
"¿Juguetes? ¡Eso es para chicos!", dicen los chicos grandes de nueve años.
No sólo hay chicos grandes de nueve años. He visto un bebé "chico grande" de dos años, ¡vestido exactamente como el padre! ¿Por qué los padres se empeñan en vestir a sus niñitos con ropa de grandes? No lo sé.
Entonces, ¿por qué si los chicos grandes crecen prematuramente, hay muchos de esos grandes chicos de veintisiete años que siguen viviendo en casa en una estudiantina eterna y no se lavan los calzones? Tampoco lo sé.
¿La teoría de relatividad especial de Einstein? Menos.
HORACIO LICERA
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