| | | | | | Click para ampliar | | Los tres protagonistas de historias que comparten la dura realidad que les tocó. | | | ROCA (AR).- Recorren grandes distancias para asistir a clases, ayudan en el hogar, trabajan, cuidan a sus hermanos y casi ya no juegan. Hablan de la infancia como una lejana etapa y no piden regalos para el Día del Niño porque sueñan con ser grandes. Son tres alumnos de la escuela rural 68 de Guerrico, cuyas historias son ejemplos de sacrificio y voluntad. Siete kilómetros son los que Carlos Beltrán, de 12 años, pedalea todos los días para llegar desde barrio Alta Barda hasta el colegio. Ni el frío, ni el cansancio logran desanimarlo porque su meta es terminar cuanto antes la primaria para dedicarse de lleno a trabajar en las chacras. "Voy con mi papá pero trabajo por separado y me pagan por lo que hago, con eso compro mi ropa y otras cosas que necesito", relata el chico ante la mirada inquieta de su compañero Juan Jaramillo, de 13 años, quien espera con ansiedad su turno para contar su experiencia. A él tampoco lo amedrentan las oscuras mañanas de invierno. Este año termina séptimo y planea cursar el secundario para después "estudiar para ser petrolero porque se gana más que en las chacras", argumenta. "A mí me vienen a dejar en auto o vengo en el colectivo", dice Yamila Espeche, también de 13, cuya simpatía y sensibilidad invitan a conocerla. "Cuando nací tuve un derrame cerebral que me afectó la parte derecha de mi cuerpo. Hago rehabilitación y ejercicios para mejorar, por eso no puedo correr", explica. Sin embargo, esto no ha sido impedimento para que se encuentre transitando el último año de la primaria y que siga proyectando el futuro. "Quiero ser abogada o maestra porque me gusta cuidar a los chiquitos, hay que tenerles paciencia". | |