Comenzaba a encarrillarse el caso del "yuyo" que mantuvo al país en vilo durante más de cuatro meses, cuando un sabor agridulce llegó al sector productivo nacional: ese casi clásico que representa la sequía en los momentos y regiones más vulnerables a la hora de definir planteos que, a la sazón, basamentan los ingresos de divisas para el país.

Sobre la finalización de las trillas de soja y maíz, los dos productos recibieron reveses internacionales en materia de cotizaciones, aunque la gente del campo confía en una recuperación moderada de mercados, así como en ciertos guiños oficiales que parecen encaminarse a retomar el diálogo que supo acercar, tiempo atrás, al campo y el gobierno.

Claro que, en el medio, habrá que sortear escollos (o acusaciones de evasión) que, esta vez, no surgieron como idea trasnochada en ningún despacho oficial, donde tampoco se puede culpar a nadie de la feroz sequía que impide finalizar la siembra triguera de este año, optimizar el engorde animal y conseguir forraje para que las vacas en ordeñe transformen el alimento en mayor productividad lechera.

A nadie escapa que a los mercados climáticos no se les puede dar batalla; vuelven a dominar el escenario del comercio granario mundial, junto con los fondos especulativos de inversión y, por si los datos fueran irrelevantes, patean en contra por estos lares precisamente en momentos en los cuales se definen planteos productivos clave para la campaña agrícola.

En medio de la desazón que está provocando en la plaza local el derrumbe estrepitoso de los precios internacionales de los commodities agrícolas y sus derivados, junto con las dificultades que conlleva finalizar con la siembra del trigo de este ciclo -magra desde antes de este fenómeno climático-, desde el gobierno se decidió aplicar una estrategia inesperada para con la gente del campo: convocarla al diálogo sorpresivamente.

Son muchos los temas a tratar, pocas las alternativas para resolverlos en el corto o mediano plazo y numerosas las reglamentaciones vigentes que obstaculizan el normal desarrollo de cualquier negocio, especialmente los que están paralizados casi desde que comenzó este año. Pero Carlos Cheppi estrenó despacho para la dirigencia del campo cuando nadie lo esperaba. Que los ruralistas no hayan querido definir al encuentro como "positivo" -algo que sí hizo el secretario de Agricultura- no fue un dato menor: temen volver a sufrir el síndrome del "reunionismo".

Queda claro que Cheppi cambió el eje del debate y debilitó el enfrentamiento, que ya resultaba gelatinoso: ahora no se habla de retenciones sino de políticas agropecuarias integrales, que habrá que ir evaluando según la actividad productiva de la que se trate; esto lleva tiempo, organización y puesta en marcha de comisiones de enlace rural por provincia o región.

Esos nucleamientos por crear, supuestamente, reportarán a la Comisión de Enlace ya mítica que nació el 12 de marzo de este año, un día después de aquel inolvidable anuncio con el cual Martín Lousteau inauguró su gestión como ministro de Economía. Ahora, reunir a chacareros, bajar directivas gremiales, formarlos y pedirles que comiencen a actuar orgánicamente para reportar "a la gran base", comienza a ser una tarea docente de exclusivo ejercicio de los dirigentes nacionales.

Abrir el juego del diálogo con Cheppi no resolvió ningún conflicto de los históricos del agro, en especial porque el mismo funcionario hizo una fenomenal presentación de su buena voluntad para buscar soluciones que deberán estar más que bien fundamentadas técnicamente. Entre tanto, la respuesta a los pedidos puntuales seguirán en lista de espera, incluyendo la desolación que provoca la sequía en el país rural.

GLADYS DE LA NOVA

DyN