Diego Rosatti será el primero de los cuatro regionales que saldrán a buscar la gloria en los Juegos Olímpicos de Beijing. El yudoca de Viedma debutará el próximo miércoles a la 1 de la mañana. Exactamente un día más tarde será el turno para la neuquina Lorena Briceño.

El otro neuquino, Javier Carriqueo, saltará a la pista el viernes 15 a las 8:10. Mientras que Miguel Correa, el 19 a las 4:10, será el último zonal en acción.

Con el cuarteto instalado en la Villa Olímpica, surgieron malas noticias en el yudo. Los árbitros no aprobaron la utilización de algunos judogis que fueron llevados desde Buenos Aires.

Paula Paretto, compañera de equipo de Briceño y Rosatti, fue una de las damnificadas. "Aquí exigen que los trajes sean completamente nuevos, que la tela no tenga desgaste y que todo se encuentre en perfecto estado. Algunos estaban bien, pero como fueron lavados y perdieron algo de su color, no los aprobaron", dijo.

La indumentaria que necesitan reponer urgentemente los judocas ronda los 500 pesos. Y la oficial de atletas criollos, María Julia Garisoaín, se hizo cargo de tomar los datos necesarios para la adquisición de los nuevos equipos.

Los problemas en esta disciplina no son nuevos, porque hace un par de semanas hubo quejas de Daniela Krukower; mientras que Mariano Bertolotti y Rosatti coincidieron en una frase categórica antes de partir a tierras chinas: "El tatami del Cenard parece Kosovo".

Con menos inconvenientes trabajan Correa y Carriqueo, el único de los cuatro zonales que no viajó desde Argentina porque estaba en España.

El viedmense, que comparte equipo con Estafanía Fontanini, entrena en el Shunyi Olympic Rowing-Canoeing Park, donde se realizará el programa de canotaje.

El neuquino, mientras tanto, practica en uno de los gimnasios auxiliares al espectacular Estadio Nacional de Beijing, el lugar elegido para cumplir con el programa del atletismo, la estrella de cada competencia olímpica.

Lejos de los trabajos, los cuatro regionales ya disfrutaron de las comidas en el restaurante "Obelisco" y aunque estén en el otro lado del mundo, el menú incluyó empanadas, asado y chorizos. Fue la última licencia "gastronómica", porque a partir de ahora tendrán que cumplir con una estricta dieta.