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Conflictos por venir | ||
Hace apenas una semana, los ministros y otros altos funcionarios reunidos en Ginebra creían que por fin los países miembros de la Organización Mundial de Comercio alcanzarían un acuerdo que, al eliminar muchos obstáculos al intercambio, beneficiaría a virtualmente todos. Pero justo cuando se preparaban para celebrar su éxito, la India, seguida pronto por China, nuestro país y algunos otros, se las arregló para poner las cosas en su lugar para frustración no sólo de Estados Unidos, la Unión Europea y Brasil, sino también de muchas naciones africanas paupérrimas que esperaban ver aumentar sus exportaciones agrícolas a los mercados del Primer Mundo. Conforme al director general de la OLP, Pascal Lamy, "con esta decisión acaban de desaparecer 130.000 millones de dólares que el mundo podía ahorrar anualmente en aranceles". Aunque en la Argentina no merecieron mucha atención las negociaciones largas y complicadas que se realizaban en el marco de la llamada "Ronda de Doha" para liberar el comercio internacional que arrancó en el 2001, las consecuencias del colapso se harán sentir tanto aquí como en el resto del planeta, ya que la actitud asumida por las dos potencias emergentes principales ha brindado a los proteccionistas de los países ricos un pretexto inmejorable para bloquear el ingreso de importaciones que amenazan a sus propias empresas. En tal caso, se impondría la ley de los más fuertes, lo que sería una mala noticia para países de economías débiles, entre ellos el nuestro, que no están en condiciones de presionar mucho a los demás. Asimismo, se prevé que sean adversamente afectados los esfuerzos por celebrar acuerdos sobre otros asuntos importantes como las crecientes corrientes migratorias y los cambios climáticos. El final inesperadamente abrupto de la reunión ministerial en Ginebra encontró a la Argentina y Brasil en bandos opuestos, ya que nuestro país se alineó con la India y China mientras que los brasileños apoyaron a Estados Unidos y la Unión Europea. El gobierno del socio mayor del Mercosur estimó que los beneficios que conseguiría el agro de su país serían más que suficientes como para compensar las eventuales dificultades industriales, tesis ésta que como es natural no goza de la aprobación de los Kirchner, que dan prioridad a los intereses de los industrialistas nada competitivos locales por encima de los del campo aun cuando en el rubro así supuesto nuestro país disponga de ventajas comparativas envidiables. Según el canciller brasileño Celso Amorim, Brasil "no podía quedar totalmente rehén" de la Argentina. Aunque los presidentes Luiz Inácio "Lula" da Silva y Cristina Fernández de Kirchner hayan tratado de minimizar el significado del enfrentamiento, el que los dos miembros principales del Mercosur no hayan podido asumir ni siquiera una posición común en la OMC refleja la precariedad del remedo sudamericano de la Unión Europea, ya que una vez más sus integrantes han privilegiado sus propios intereses sin pensar en los de sus socios. El protagonismo asumido por la India y China y su voluntad de hundir la Ronda de Doha han sido tomados por una señal de que los dos gigantes asiáticos están dispuestos a rebelarse contra un orden mundial aún dominado por el Occidente, eventualidad ésta que alarma a los convencidos de que el calentamiento climático se debe a las emisiones de ciertos gases y que por lo tanto resulta urgente obligar a la industria a adoptar prácticas menos nocivas. Por razones comprensibles, los indios y chinos son contrarios a medidas que frenarían su crecimiento económico y se preguntan por qué ellos deberían hacer sacrificios antes de disfrutar de la misma opulencia que los habitantes de países ya ricos que sólo ahora están preocupándose por cuestiones ecológicas. Por lo demás, se resisten a colaborar con los occidentales que quieren imponer sanciones a países exportadores de petróleo como Sudán por el genocidio que está llevándose a cabo en la región de Darfur e Irán por su programa nuclear. Es lógico, pues, temer que el imprevisto naufragio de la Ronda de Doha haya sido uno de los primeros episodios de un conflicto más amplio causado por la expansión económica rápida de países con más de mil millones de habitantes que están resueltos a abrirse camino en un mundo dominado desde hace siglos por otros. | ||
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