El reconocido artista plástico Pérez Celis falleció poco antes de las 17 de ayer en la Clínica Otamendi de la capital federal, donde se encontraba internado tras sufrir una larga enfermedad, informaron fuentes familiares.
Pérez Celis había nacido en Buenos Aires en 1939, pero vivió y trabajó también en Montevideo, Lima, Caracas, París y Nueva York. Su genio artístico era reconocido a nivel mundial y por eso se multiplicaron las exhibiciones individuales y colectivas en diferentes ciudades de Latinoamérica, Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón.
Pérez Celis, ese gran artista plástico que derrochó color y pinceladas en los cientos de cuadros que ni él mismo se animó a contar -"el día que lo haga dejo de pintar", solía decir- falleció como consecuencia de una enfermedad en la sangre.
No eligió deliberadamente Buenos Aires para morir. Pero la enfermedad lo tomó -literalmente- cuando ya había decidido dejar Miami con su tercera mujer, Tamara, y radicarse definitivamente en la ciudad que lo vio nacer.
"No sé cuál es el detalle que la hace diferente. Pero es distinta de todas. No es una ciudad europea como dicen, porque si estuviera en Europa también sería distinta", decía de Buenos Aires. Y eso que vivió en varias ciudades del mundo.
Con la pasión que siempre le puso a todo lo que hizo, se las ingenió para seguir produciendo, pese a este cansancio desconocido para él que no podía dominar.
Arrancó muy temprano con el pincel. Desde la adolescencia se atrevió a desafiar a su familia obrera, que vivía en el barrio de Liniers, y "que estaba convencida de que la pintura no era un trabajo".
"La primera exposición la hice a los 17 años en una vieja galería que se llamaba La Fantasma, en San Telmo. No sé cómo llegué con las telas y cartones, pero recuerdo que salió la primera nota periodística en el diario Democracia. Ese día me trajeron el desayuno a la cama", recordaba el artista con una sonrisa.
Pérez Celis era en realidad Celis Pérez. Un enroque divertido que eligió para firmar sus producciones y que inevitablemente tenía que explicar a todo periodista joven que lo entrevistaba por primera vez.
Solía decir que ni la mayor imaginación lo habría llevado a pensar que haciendo algo que le gustara tanto como pintar podía haberlo hecho vivir como vivió. "Soy un inconsciente que me dejé llevar", confesó.
El artista ha dejado huella en varios espacios públicos como la Universidad de Morón, la Universidad de Belgrano o el Patio de Madera en Rosario. No estuvo ausente su magia en el estadio del club de sus amores, Boca Juniors.
Sus trabajos -muchísimos de grandes dimensiones- se exhiben en galerías internacionales y museos como el de Arte Moderno de Buenos Aires o el MOMA de Nueva York.
Hay publicaciones sobre su vastísima producción en diferentes idiomas y muchísimos libros sobre su obra escritos por Gastón Diehl, Rafael Squirru, Ted Castle y Peter Frank.
Ilustró un bellísimo "Leaves of Grass" de Walt Whitman, traducido por Jorge Luis Borges. Ganó premios. Es ciudadano ilustre de Buenos Aires. De Pérez Celis quedan muchas cosas: queda ese primer plano de Quinquela Martín mirado desde atrás por el pintor que lo pintó -él mismo-; queda su autorretrato oscuro -quizá el más oscuro de toda su obra-; quedan los retratos de las mujeres que amó, Sara, Iris, Tamara. Quedan sus colores fuertes, apasionados. (Télam)