PEKÍN (DPA).- El mensaje es breve y sencillo: "Conexión interrumpida". Quien intente ingresar desde el centro de prensa de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 a las páginas web prohibidas se topa indefectiblamente con esta frase.
El mensaje aparece en diferentes idiomas dentro del enorme edificio casi sin ventanas y de vidrios verdes espejados.
Las autoridades garantizaron en repetidas ocasiones pleno acceso a internet, pero es evidente que en China el pleno acceso no es igual al libre acceso. "Pleno acceso" significa precisamente eso, pero según los estándares chinos. Y las opiniones desviadas de la doctrina oficial no son toleradas en China.
La censura rige tanto para las conexiones a la red dispuestas por el comité organizador de los Juegos (BOCOG) como las del muy concurrido cibercafé del fabricante chino de ordenadores Lenovo. Muchos de los 25.000 periodistas que cubrirán estos Juegos ya llegaron a Pekín. La mayoría pasa el día en las oficinas de este gigante de hormigón, de cuyo techo cuelgan mariposas de papel y cuyas paredes adornan frases como "One world, one dream" ("Un mundo, un sueño").
Pero está claro que el mundo soñado por el Partido Comunista chino no incluye la libertad de prensa y opinión.
Los periodistas extranjeros viven en carne propia lo que para 1.300 millones de chinos es una traba cotidiana.
Si un reportero curioso introduce en alguno de los mil ordenadores del centro la dirección de una página prohibida, la pantalla mostrará un esfuerzo fallido de conexión que se prolonga durante medio minuto.
En el café Lenovo, el Internet Explorer se irrita e intenta dar consejos: "Razones posibles: usted no está conectado a internet. La página web tiene problemas. Verifique que escribió correctamente la dirección".
El programa no puede reconocer el verdadero problema: la censura. Las afectadas son casi todas las páginas web que contradicen la doctrina oficial del Estado. En China se considera delito todo lo que pueda amenazar la unidad del país.