Viernes 01 de Agosto de 2008 Edicion impresa pag. 25 > Internacionales
ANALISIS: Pacto de silencio en el paraíso fiscal

Los relatos de las víctimas son terribles y los descubrimientos horrendos, y pese a ello parece el escándalo de los abusos a niños en un asilo de Jersey podría desvanecerse en una "cultura del silencio", tradicionalmente asociada a la idílica isla del Canal de la Mancha.

Tras meses de recuperar dientes de leche y huesos de habitaciones que habían sido cerradas con muros en el antiguo asilo de Haut de La Garenne, el policía encargado de las investigaciones admitió que es muy difícil que se puedan presentar acusaciones por asesinato. "Estoy decepcionado pero me consuelo diciéndome que hice todo lo que pude, mi equipo ha sido absolutamente magnífico", aseguró Lenny Harper El investigador, que está a punto de retirarse, ha dejado entrever que su trabajo ha sido bloqueado por los funcionarios locales, que no quieren ver arruinada la reputación de la isla, y declaró haber recibido amenazas de incendio contra su casa y su coche. "La gente me llamaba mentiroso, e incluso se envió una carta a los periódicos diciendo que yo abusé de niños", declaró.

La amargura de Harper es compartida por un ex ministro de Salud de la isla, Stuart Syvret, que fue echado a principios de 2007 tras anunciar que "había comenzado a descubrir acusaciones de abusos de niños en Jersey de hace medio siglo".

Por singularidades de la historia, Jersey es dependencia de la corona británica y cuenta con una autonomía de gobierno bastante amplia, con su propio sistema judicial y de impuestos, lo que le ha permitido convertirse en un paraíso fiscal. Por eso, la isla atrae a los banqueros y otros inversores .

Pero pese a los intentos por ocultar las historias, más de 100 testigos acudieron a Harper y su equipo para contar lo que les había ocurrido.

Los hombres y mujeres, que revelaron sus experiencias en el asilo entre los años 60 y los 80, hablaron de las palizas en "habitaciones de castigo oscuras, sin ventanas", donde las víctimas eran encerradas en solitario. "No era un asilo de niños, era una cárcel", relató un ex residente. "Aún me estremezco cuando alguien me da una palmada en la cabeza, incluso cariñosa". Una mujer llamada Pamela afirma que ocurrían "los actos más crueles, sádicos y malvados", y otros antiguos residentes hablan de "un sitio profundamente oscuro" donde se encerraba a los menores, los drogaban y abusaban sexualmente de ellos . Los niños eran golpeados con varas o en la espalda por no caminar rectos.

"Las autoridades tienen que recordar a las víctimas y no pensar en cómo puede salir mejor parada Jersey", aseguró Montford Tadier, portavoz de las víctimas. (DPA)

 

ANNA TOMFORDE

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