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La nueva etapa de Aerolíneas | ||
La esperanza formulada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de que los sindicatos que impulsaron la renacionalización de Aerolíneas Argentinas colaboren con el gobierno para asegurar que en adelante funcione como una empresa normal ya se ha mostrado vana. La nueva etapa arrancó con el ya habitual caos en Aeroparque, donde miles de pasajeros tuvieron que sufrir demoras y cancelaciones de los vuelos programados, y pocos creen que el servicio mejore en las próximas semanas. Por el contrario, puesto que es del interés de quienes están en favor de la nacionalización probar que la empresa es inoperante y por lo tanto no está en condiciones de afrontar sus deudas, se prevé que los problemas gremiales persistan hasta que se determine cuánto tendrá que pagar el Estado para que Aerolíneas sea suya. Desde el punto de vista del gobierno, pues, cuanto menos valga la empresa mejor, de suerte que sería poco probable que tomara medidas destinadas a restaurar un mínimo de orden. Como es lógico, la situación en la que se encuentra Aerolíneas preocupa mucho a los dirigentes opositores no sólo porque quieren aprovechar una oportunidad para criticar al gobierno, sino también porque temen que para mantener en servicio a la empresa será necesario subsidiarla a un costo que resulte insostenible, puesto que el gasto público ha crecido tanto en los dos años últimos que ya se ha acercado al límite. Por lo demás, creen que si los dueños españoles que están por irse no están en condiciones de asumir los costos, sería mejor que la compañía se declarara en bancarrota para que el país no se vea constreñido a encargarse de sus deudas que -según se informa- llegan a casi 900 millones dólares. Aunque tal postura tiene sus méritos, supondría un conflicto acrimonioso con el gobierno español, que con toda seguridad procuraría defender la posición de sus compatriotas en los tribunales internacionales apropiados. Por lo demás, de quebrar Aerolíneas y Austral, cuyos problemas son parecidos, el país podría quedarse sin servicios de cabotaje adecuados durante semanas o meses. Y como si esto no fuera suficiente, conforme al líder de la UCR, Gerardo Morales, hay motivos para sospechar que durante la gestión del grupo Marsans español "se habría incurrido en administración fraudulenta", con la complicidad de funcionarios de nuestro país, lo que en vista de la cantidad de dinero en juego y la escasa transparencia que es tan típica de los gobiernos kirchneristas no constituiría una sorpresa. Así las cosas, el período de transición que se ha iniciado parece destinado a ser sumamente conflictivo merced a la falta de cooperación entre los dueños salientes y los entrantes, la agresividad de sindicalistas que luego de eyectar al grupo Marsans quieren impedir que el gobierno de Cristina cumpla su promesa de privatizar Aerolíneas después de haberla saneado y por la indiferencia que ya le es tradicional hacia los intereses de los pasajeros. Aunque los sindicalistas y los voceros gubernamentales traten de atribuir las dificultades previsibles a la ineficacia, o peor, de los empresarios españoles que a esta altura entenderán que cometieron un error garrafal cuando se les ocurrió que les convendría invertir mucho dinero en nuestro país, en el clima político actual parece inevitable que la mayoría dé por descontado que el gobierno es responsable de los problemas que surjan. Después de todo, no es ningún secreto que entre los impulsores más decididos de la reestatización ha estado el secretario de Transporte y sindicalista Ricardo Jaime, uno de los integrantes más cuestionados del gobierno de Cristina, que nunca vaciló en hacer uso de su poder para producir hechos encaminados a convencer a los españoles de que no tendrían futuro en el país. Por lo tanto, parece más que probable que resulte contraproducente una maniobra que fue emprendida por el gobierno con el propósito aparente de mejorar los alicaídos indicios de popularidad de la presidenta. A ojos de muchos, el espectáculo humillante que desde hace mucho tiempo está protagonizando Aerolíneas servirá de evidencia de que si algo caracteriza al gobierno peronista esto es la ineptitud que lo rinde incapaz de manejar con eficacia no sólo la economía nacional sino también una empresa aérea. | ||
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