ROCA (AR).- El único testigo que pudo observar cómo un interno del Establecimiento Penal 2 era brutalmente asesinado de 34 puñaladas por otros presos, en enero de 2006, no concurrió a la primera jornada del juicio que se le sigue a dos de los sospechosos, quienes se encuentran actualmente detenidos y purgando penas anteriores de 14 y 18 años de prisión.
El sangriento episodio tuvo como víctima a Hugo Irusta Sueldo, un sujeto que había sido aprehendido dos semanas antes y estaba acusado de haber participado en el crimen de dos personas, en otro sangriento hecho ocurrido en diciembre de 2005 en Cipolletti.
Ayer, pasadas las 9, y en medio de un fuerte operativo que encabezó el personal del grupo Bora, Raúl "El Chino" Avilés (25 años) y Oscar Jara (28) fueron trasladados al tercer piso del edificio de tribunales. La defensa la asumieron los abogados Claudio Romero y la defensora oficial Mariana Serra.
En la primera jornada de proceso, los jóvenes que están acusados de homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas (que tiene una pena de prisión perpetua), se negaron a declarar frente a los jueces Carlos Gauna Kroeger, Flora Díaz y Mario Buffi, quienes integran la Cámara Primera del Crimen.
De los testimonios que se esperaban, el de mayor peso era el de Diego Luján Gómez, el otro sujeto que también estaba siendo investigado por el crimen de Cipolletti y compartía la misma celda con el "Pecoso" Irusta Sueldo. Justamente fue este hombre, quien tras la agresión, solicitó que sea trasladado al hospital "por temor a que terminen con su vida".
Su declaración es clave para esclarecer el caso. Es que Gómez pudo identificar a Avilés y a Jara en medio de la agresión. El "Chino", según consta en la requisitoria de elevación a juicio, habría sido el que le aplicó el primer puntazo en el cuello al occiso, la noche del 2 de enero del 2006, cuando un grupo de reclusos ingresó a la celda 9 del pabellón 1, para ultimar a la víctima.
Es más, en su declaración, el testigos habría dicho que uno de los sujetos habría lanzado un grito que terminó por sellar la suerte del hombre, al que también apodaban como "El Pecoso": "A este hay que matarlo así no mata más chorros". Luego sobrevinieron las puñaladas que según el estudio forense, resultaron ser 34. Para aniquilarlo, usaron todo tipo de elementos, desde palos de escoba con puntas, hasta facas (cuchillos caseros) de distinto tamaño y filo.
Si bien en un principio otros cuatro individuos también fueron procesados, finalmente se les dictó la falta de mérito y es por eso que solamente llegaron a juicio Avilés y Jara.
Ayer, el presidente del tribunal, Carlos Gauna Kroeger, ordenó que se busque a Gómez y se lo traiga con la fuerza policial. Pero según comentaron en la misma sala, habría quedado en libertad hace un tiempo de una cárcel de Bahía Blanca y a pesar de que sigue relacionado con el crimen de los dos hombres de Cipolletti, no se lo pudo ubicar en el domicilio que había fijado en esa ciudad.