Domingo 27 de Julio de 2008 Edicion impresa pag. 36 > Sociedad
CURIOSIDADES PATAGÓNICAS: Pasado y presente de una senda con afán carretero

Sendero muy boscoso. La antigua brecha selvática que abrió la Compañía Ganadera y Frigorífica Cochamó desde el Pacífico hasta el rionegrino valle de El Manso a principios del siglo pasado, produjo susceptibilidades en el gobierno argentino. El estrecho camino sirvió durante los primeros años para el envío de ganado sin control alguno. Dos personajes, Eduardo Humphreys (de origen galés pero nacido en Río Negro) y el galés Tomás T. Austin arribado niño en el Mimosa, se avecindaron en la colonia galesa 16 de Octubre del Chubut tuvieron que ver más tarde con el sendero cordillerano. El "camino de Cochamó" usado sólo hacia el poniente para trasladar ganado, fue elegido en los dos sentidos por los fugados de la justicia, cuatreros y bandoleros. El camino resultó lugar de persecuciones policiales y muertes a balazos. Lo cierto es que la Cochamó se fundió, el tránsito de ganado languideció y la selva asfixió al camino. Pero, desde ambos lados de la cordillera, en las últimas décadas, se impulsaron proyectos que ensamblaran un nuevo paso internacional.

Proyecto vs. ecologistas. Es conocido el trabajo del lado oriental de la cordillera que en los últimos años avanzó su camino de El Manso hacia el Paso de El León, y que desde Chile se impulsó más recientemente un propósito carretero de envergadura que llegue, precisamente, a ese paso. La ingeniería del proyecto lo encargó Obras Públicas de Chile a la empresa CDI y el resultado del estudio fue planteado en diversas instancias y hasta presentado hace dos años (el 24 de agosto) ante autoridades comunales y vecinos de Cochamó. La razón de la exposición, planos y argumentos: difundir las ventajas del camino contra las razones que exponen los ecologistas chilenos que denuncian el deterioro ambiental a provocarse contra una de las cada vez más escasas regiones vírgenes del planeta. En este caso, se trata de una tupida selva valdiviana sin poblaciones y un extenso alerzal con ejemplares en pie de más de 3000 años de antigüedad, especie que protege una disposición chilena de hace 32 años. La CDI planteó dos alternativas. La Uno, desde Cochamó frente al Pacífico propone flanquear el río homónimo pasando por parajes como Juntas, El Traidor, Valverde y el Alerzal del Arco hasta la laguna o lago Vidal Gormáz para seguir junto al río Manso hasta llegar -luego de 63 kilómetros y 13 puentes- al paso de El León. La alternativa Dos aprovecha caminos que van de Cochamó a Puelo chileno, pero no tiene que ver con el sendero histórico del tránsito de ganado y fuga de bandoleros.

Los rumores y el comisario. En el inicio del siglo XX, los pocos funcionarios argentinos afincados frente a la cordillera -con línea limítrofe en disputa- no confiaban en los resultados que derivarían del encuentro del "Abrazo del Estrecho" (1899) entre los presidentes de Argentina y Chile (Roca y Errázuriz). Tampoco confiaban en esa fugaz fraternidad, algunos parlamentarios chilenos. Las susceptibilidades fronterizas estaban sin disminución cuando en 1900 el gobernador del Chubut coronel Carlos E. O'Donnell dejó el cargo y asumió Alejandro Abel Conesa. A la precaria casa de gobierno de Rawson llegaron rumores de que se proyectaban modestas obras viales que treparían la ladera chilena de la cordillera. Finalmente, Conesa pidió a su jefe de policía conseguir buena información respecto al tema de los caminos chilenos y así fue que el 17 de abril de 1901, Pedro I. Martínez redactó una nota dirigida al comisario de la Colonia 16 de Octubre, Don Eduardo Humphreys ordenándole una comisión al Corcovado, recopilar información para las estadísticas territoriales y a la vez averiguar cuán cierto eran los rumores sobre caminos chilenos. Recién el 7 de mayo Humphreys -de a caballo- dejó atrás su casa, comisaría y boliche, todo junto, en Súnica. Volvió 8 días fracasado en las averiguaciones sobre la frontera. Pero una grata sorpresa: lo esperaba una carta desde el Nahuel Huapi, con información sobre los caminos.

(Continuará)

FRANCISCO N. JUÁREZ

fnjuarez@sion.com

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