Domingo 27 de Julio de 2008 Edicion impresa pag. 43 > Cultura y Espectaculos
La peleadora, del blog al libro
Carolina Aguirre presentó su primera obra.

JUAN IGNACIO PEREYRA

"A Carolina la vi por primera vez hace 9 días, cuando llegué de Barcelona. Nos conocemos por chat pero nunca nos habíamos visto las caras. Ni siquiera conocía su voz. Así que coordinamos por teléfono para ir a almorzar. La conversación fue bastante horrible. Me dijo: "Tenés voz de gallego". Y le respondí: "Vos tenés voz de concheta". No fue un buen comienzo pero después la cosa mejoró". Con esta introducción, en menos de un minuto, el escritor Hernán Casciari conquistó a las 150 personas que estuvieron presentes en la presentación de "Bestiaria", el primer libro de Carolina Aguirre, escrito a partir de su blog del mismo nombre.

Como era de esperar, el encuentro fue totalmente descontracturado. Sin rastros de los parámetros clásicos de las presentaciones. Casciari acompañó a Carolina como un amigote. Y con la misma facilidad con la que atrapan a sus lectores en sus blogs, el público quedó preso durante hora, en la que Carolina contó su historia: "De chica era una perdedora total. Un gordita estudiosa. Una rarita. Y todo eso me persiguió como un látigo durante toda la vida hasta ahora. Mucho tiempo me esmeré por ser normal. Creía que eso era lo que estaba bien. Quise pesar 52 kilos, jugar al hockey, hacerme los claritos, casarme con un empresario, tener dos hijos iguales a los de Valeria Mazza, dejar de trabajar, hacer alguna obra de caridad... Y casi lo logro. Era encargada de producción de una empresa familiar y después de otra. Salvo que había una cosa que no funcionaba: todos los días a las tres de la tarde se me daba por llorar".

Carolina dijo que se iba a la parte de atrás de la oficina y lloraba una hora a moco tendido porque "no escribía más". Estuvo así unos tres años hasta que conoció a su marido y, a su vez, decidió abandonar su trabajo. "No era un joven empresario, era filósofo y se encerraba a leer y mirar películas. Renuncié sin saber de qué iba a vivir ni cómo iba a pagar mis cuentas. Me fui a un callcenter para poder escribir, porque era el único trabajo que me permitía tener la cabeza sin ningún tipo de responsabilidad. En ese tiempo me volví una persona absolutamente pobre", dijo.

Sin embargo, la ilusión que tenía de escribir justificaba ese sacrificio. Hasta que dio el primera paso que la llevó a cumplir su máxima aspiración. "Quería escribir en jogging en mi casa. Abrí bestiaria y empecé a volcar los discursos con los que yo encandilaba a la gente en la sobremesa. Comencé a clasificar mujeres, a

proponer teorías descabelladas y exageradas sobre el amor. O sea, empecé a escribir sobre todo lo deforme, perdedor y anormal. En vez de disimular y tratar de ser otra persona, de ser normal, empecé a exagerar hasta el infinito", señaló.

Antes de que alguien se lo pregunte, Carolina contó a quién está dirigido su blog y su libro: "Escribo bestiaria para todas las personas que alguna vez se sintieron raras. Porque a mí no me interesa la normalidad de la gente. Me parece un disfraz humillante, una bandera de mediocres. Por eso jamás hablo de mujeres buenas y equilibradas. Clasifico unas abuelas de mierda. Viejas jodidas que te cagan la vida. Y nunca pongo la abuela que te hace el té. ¿A quién le importa esa abuela? Si la tenés, ¡bárbaro! Sos re feliz, no necesitás leerme a mí. La publicidad y las revistas le hablan a esas mujeres, que lo tienen todo. El mundo es para ellas, menos mis líneas. Yo escribo para las raras, las que para Navidad no piden muñecas sino monos como yo. Al clasificarlas intento salvarlas a todas. No intento aniquilarlas, trato de que sigan existiendo".

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