Un chiste podría ilustrar, con consentida licencia, la forma que tienen los argentinos de resolver sus problemas, a propósito del conflicto del campo, que tuvo afortunadamente un desenlace institucional.
Un borrachito se sube a un colectivo y se pone a gritar: los de atrás son homosexuales; los que están al lado mío, estafadores; y los de adelante, unos ladrones. El chofer detiene bruscamente el transporte público y toma al alienado sujeto del cuello de su camisa: "¿A ver si te atreves ahora a repetir lo que dijiste?". Tambaleante, el borrachito lo mira y le contesta: "No. Claro que no, ¡con la frenada que diste, los mezclaste a todos!".
El largo y extenuante pleito entre el gobierno y los sectores agropecuarios no estuvo exento de insultos, amenazas y hasta agresiones físicas. Hasta que desembocó en una mezcolanza descomunal en el Congreso, que concluyó cuando el vicepresidente, el manso y determinado Julio Cobos, en su carácter de titular de la Cámara de Senadores, falló en un final por penales en contra del proyecto enviado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
El viernes mismo, tras el juramento que había hecho su esposo, el titular del PJ, Néstor Kirchner en una manifestación en la Plaza de los Dos Congresos que palideció en comparación con la del agro, frente al monumento a los Españoles, Cristina mandó derogar la polémica resolución 125 sobre retenciones móviles.
Aseguran en la Rosada que fue su primera decisión independiente -que auguraría otras- de un muy desbordado Kirchner, quien en la madrugada del miércoles habría primero sugerido su renuncia y luego no dar el brazo a torcer pese a las promesas.
Las entidades en rebeldía manifestaron satisfacción. Algunas a medias, como CRA, por las imprecisiones con las que estaba redactado el primer decreto. Otras, como la Federación Agraria, de Eduardo Buzzi, lo calificaron de insuficiente porque si bien se retrotrae la situación al 10 de marzo, con retenciones fijas y un tope del 35 por ciento, no se contempla a los pequeños y medianos productores, beneficiados durante la puja con las modificaciones hechas por la Cámara de Diputados.
Hasta Cobos, que paró en seco a Kirchner y que de "ninguneado" se convirtió en parte de un fenómeno llamado la "cletomanía" -"otra estrella fugaz", ironizó Miguel Pichetto-, manifestó que los productores, con el que estaba su corazón, debían darse por conformes con la respuesta de Cristina. Así abrió la puerta para salir de la heladera en la que lo colocaron los K cuando empezó a tomar vuelo autónomo.
Cobos habló con el jefe de la bancada de radicales K, Daniel Katz -otro de los que desafió al matrimonio en esta coyuntura- y quedaron que esta semana sí o sí tienen que conseguir verse con la presidenta, para tratar de darle un cauce más orgánico a una Concertación que no se sabe qué es.
En rigor, las argamasas confusas -como la soja- "florecen" por doquier. En el PJ, conviven los ortodoxos con los progresistas, bajo la batuta férrea de un crispado Kirchner, quien en esta coyuntura se puso a la clase media en la vereda de enfrente.
Los dirigentes peronistas lo acompañan, pero tienen comezón cuando el piquetero Luis D'Elía pretende decirles que hacer o Hebe de Bonafini, de Madres de Plaza de Mayo, señala al secretario general de la CGT, Hugo Moyano, como integrante de bandas armadas fascistas en la década del '70.
En el peronismo hay una trouppe dispuesta a desbancar a Kirchner. José Manuel De la Sota y Eduardo Duhalde -a quien el pingüino descalifica porque anima a la insurrección interna jugando a las escondidas-, suman a personajes como el sindicalista Luis Barrionuevo. Los moderados del justicialismo esperan el desarrollo de la película: allí se ubican Carlos Reutemann, Felipe Solá y Juan Schiaretti.
El radicalismo también es un aquelarre. Gerardo Morales, presidente de la UCR oficial, se cree con derecho a decir quién o no tiene entidad para pertenecer al partido. Cobos se considera radical. También Pablo Verani. "Lilita" Carrió, Ricardo López Murphy, Margarita Stolbizer, abrevaron en la organización de Alem e Irigoyen. Y cada uno tira para su lado.
Los gobernadores Miguel Saiz, de Río Negro y Gerardo Zamora, de Santiago del Estero, quieren seguir encuadrados en la concertación K. Pero todo es incierto. El santiagueño le había asegurado a Kirchner el voto, en el Senado, de Emilio Rached. A seguro se lo llevaron preso otra vez: su protegido fue seducido por Gerardo Morales y Ernesto Sanz. Se inclinó por el no, llegando al empate en 36 que derivó en la definición marchita y brillante a la vez de Cobos. Rached, quien ya almorzó con Mirtha Legrand, quiere ir por la gobernación en las elecciones que tendrán lugar a fin de año, enfrentando a Zamora.
No menos cruces se produjeron en la izquierda, en la Coalición Cívica y en el PRO.
En el colectivo político de los argentinos hubo epítetos como Judas, golpistas, grupos de tareas, autoritarios, stalinistas, oligarcas, etc., etc.
Los peronistas que creen haber revalorizado el rol del Parlamento, le están reclamando a Cristina un nuevo estilo de conducción, mejor comunicación y el lanzamiento de una nueva agenda política, social, económica e internacional.
Pichetto, cabeza de la derrota en el Senado, confía en "los reflejos de estadista" de Cristina. De Cobos dice que "cabalga en la ola de la opinión presente sin visión de futuro".
Es ahora optimista, pese a que en el electrizante discurso en el recinto auguró que un resultado adverso "heriría de muerte" al gobierno. Contó una anécdota el viernes, al salir de la quinta de Olivos. "En el 2004 -recordó- Lula entró en una crisis muy profunda cuando el Senado le vetó una ley muy importante. Su principal asesor, José Dirceu renunció por denuncias de corrupción y al año se le fue Antonio Palocci, un hombre de perfil neoliberal. Parecía que se venía todo abajo, pero los infortunios le sirvieron para reconstruir y fortalecer su administración en Brasil".
Siguiendo ese razonamiento, comparó a Cristina Fernández con Charles De Gaulle: "Trabaja, a diferencia de Cobos, a contrapelo de la opinión pública, con ideas superadoras. Igual que Lula".
ARNALDO PAGANETTI
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