"Muchos pensaban que podía ganar torneos. Incluso Franco (Davin, su entrenador) me aseguró que tenía muchas posibilidades de que me vaya bien en Stuttgart. Pero yo no creía que podía ganarlo", confiesa Juan M. Del Potro, en el segundo subsuelo de un hotel céntrico.

Campera marrón, chomba celeste y jean azul, el tandilense no disimula sus 19 años cuando se expresa. Cuenta que antes del partido definitorio frente Richard Gasquet en Stuttgart, el francés aseguró que estaba tranquilo porque había jugado varias finales. "Yo no sabía qué comentar, era mi primera final ATP. Esa noche no pude dormir ni comer. Estaba nervioso", se ríe Del Potro, aún sorprendido por haber conquistado los torneos de Stuttgart y Kitzbühel, que lo catapultaron al puesto 25 del ranking.

"Hice una buena pretemporada pero tuve un comienzo de año inesperado por una lesión en la espalda. Recién hace un mes recuperé mi nivel y después se dio todo muy rápido. No pensaba que fueran a llegar estos resultados tan de golpe", cuenta Del Potro, quien ahora confía en sus condiciones. "Siento que puedo jugarle de igual a igual a cualquiera. Me la creo un poco más y eso a veces es necesario para conseguir resultados", señala.

Sincero, tímido, con gesto aniñado pero también pícaro. Como cuando se engancha en una entrevista con Mario Pergolini. "También ganaste porque no estaban los mejores, ¿no?", lo chicanea el conductor desde su programa radial. "Sí, es verdad. Pero yo gané dos torneos, tengo un Mercedes Benz y vos no", replica rápido. ¿Qué superficie elegiría ante una eventual

final contra España en la Davis?, le preguntan. "La que quiera David (Nalbandian) porque es el que va a ganar los partidos. Que elija él", responde una de las promesas del tenis argentino.

Suelto, asegura que la clave para ganar los dos títulos "fue tomar las decisiones adecuadas", algo que pudo hacer "porque estaba fuerte en lo mental. También mantuve un buen nivel de tenis y de saque, un arma fundamental".

Mientras habla sobre su juego, a cada rato menciona a su entrenador. "Franco tiene mucha experiencia. Palabras justas en los momentos decisivos. Cuando me vio contento después de ganar la final de Stuttgart me felicitó y me aseguró que yo estaba para eso y mucho más. Está acostumbrado a cosas importantes por Gastón (Gaudio)", cuenta.

Para Del Potro fue "una gran inyección anímica" ganar los dos títulos. Para lo que resta del año se puso dos objetivos. Uno, levantar la Ensaladera de Plata. El otro, terminar top ten.

"Tengo claro que va a ser difícil seguir ganando torneos pero esto me da más seguridad para saber que estoy haciendo bien las cosas. Creo que después de estos resultados 'Luli' (por el capitán Alberto Mancini) me va a tener en cuenta. Y en lo personal mi meta es terminar el año entre los diez mejores. Aunque si llego a estar 12 quizás me conformo", afirma y no oculta su deseo para la semifinal ante Rusia por la Copa Davis, que se jugará entre el 19 y 21 de setiembre.

"Es el sueño de cualquier tenista jugar una serie de local, con toda la gente esperando que uno gane. Si sigo así quizás pueda estar", se ilusiona. (ABA)