O Serbia se decide a entregar a Ratko Mladic, el "verdugo de Srebrenica" al Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) de La Haya, o el país balcánico puede seguir soñando con los abultados fondos financieros de Bruselas, ejercitando la paciencia en la antesala más o menos dorada y cálida de la Unión Europea (UE). Tras la detención de Radovan Karadzic, Bruselas parece querer imitar ahora la vieja fórmula comercial de "dos por el precio de uno".
La presencia de Mladic en el TPIY parece ser una de las condiciones indispensables para despejar -por completo- las piedras en el camino de una futura "Serbia comunitaria", al menos a tenor de las últimas declaraciones del ministro francés de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, para quien "sólo se ha detenido a uno de los dos buscados por crímenes de guerra".
¿Dos por el precio de uno? A pesar del fuerte simbolismo que supone haber detenido al ex apóstol junto al fallecido Slobodan Milosevic, del ultranacionalismo serbio, queda "el otro", el "verdugo de Srebrenica", el general serbobosnio Ratko Mladic, considerado por la Justicia internacional responsable de la matanza de cerca de 8.000 bosniomusulmanes del enclave de Srebrenica, este de Bosnia, en el verano de 1995.
Mientras en Bruselas se confía en la detención de Mladic, numerosas instituciones de la UE, entre ellas la Fundación Europea de Formación (ETF por sus siglas en inglés), llevan años realizando un trabajo silencioso, en la retaguardia, preparando el terreno para la eventual adhesión de Serbia. "Estamos intentando ayudar a poner los cimientos de la nueva sociedad serbia, más moderna, más competitiva, en definitiva más cerca de los niveles de bienestar la UE", asegura a DPA Muriel Dunbar, directora de la agencia ETF con sede en Turín.
Quizás la detención de Karadzic suponga un paso clave en el "nuevo clima" de distensión entre Bruselas y Belgrado tras los numerosos roces precisamente por la -hasta ahora- escasa cooperación serbia en la entrega de criminales de guerra. No obstante, según el Ejecutivo comunitario, a pesar de esta "significativa señal" la UE quiere la "plena colaboración" de Belgrado para la entrega del resto de presuntos criminales de guerra todavía libres.
Por ello, pasados los primeros fuegos artificiales y las manifestaciones de júbilo por la detención de Karadzic, a Serbia le queda ahora otra gran asignatura pendiente para aprobar su examen europeísta: la entrega del ex general serbio Mladic. "Mladic deberá comparecer en La Haya tarde o temprano. Nos hemos hartado de reclamar a Belgrado la captura del general y no estamos dispuestos a aceptar más juegos del gato y el ratón", asegura a DPA Anton Nikiforov, miembro de la fiscalía del alto tribunal de Naciones Unidas, creado con carácter temporal en 1993 por una resolución del Consejo de Seguridad.
Y es que los sobrevivientes de la masacre y los familiares de los muertos de Srebrenica tienen todavía impresa de forma indeleble en sus retinas las imágenes del orondo general que, con aires de suficiencia y soberbia, se paseaba por el enclave de Srebrenica como si fuese una de sus posesiones, o posaba despreocupado con el ex general del batallón holandés de la ONU Ton Karremans, brindando poco después de que los soldados serbios entraran a sangre y fuego en el lugar. Todavía permanece demasiado fresca en las memorias la calurosa tarde de julio de 1995 cuando las tropas comandadas por Mladic ejecutaban, en el marco de un minucioso plan de "limpieza étnica", a cerca de 8.000 personas, según datos de la ONU, ante la supuesta pasividad del Duchtbat, lo que le valió críticas unánimes dentro y fuera de las fronteras de los Países Bajos. Casi 14 años después de la mayor masacre cometida en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial, las cifras siguen hablando con una elocuencia contundente: de las 8.000 víctimas bosniomusulmanas de Srebrenica, 1.042 tenían menos de 18 años. La macabra operación, meticulosamente orquestada, se desarrolló entre el 12 y el 19 de julio de 1995.
Hans Blom, del Instituto Holandés para la Documentación de Guerra y coordinador del informe más completo que se ha escrito hasta la fecha sobre los sucesos de Srebrenica, asegura a DPA que a pesar del tiempo transcurrido y que "desde el punto de vista político se ha dado en Holanda carpetazo al asunto, la población holandesa lo sigue viviendo como un trauma nacional. Claro que la herida no está cerrada. Muchos siguen culpando a nuestros soldados de lo que ocurrió", cuenta Blom, que tardó siete años en redactar el informe.
En líneas generales, el "informe Blom" asegura que los soldados holandeses fueron enviados a una misión casi "suicida", sin el material bélico ni la preparación adecuada para afrontar situaciones extremas. Aparte de la entrega de Mladic al TPIY, a Serbia le quedan varios exámenes que superar para alcanzar los niveles de la UE. Según cifras de la agencia ETF, la tasa de desempleo juvenil en el país balcánico alcanza el 30%, muy lejos de los niveles comunitarios.
Mientras los políticos mueven las piezas del complejo ajedrez, Mladic sigue impune, escondido en algún lugar de Serbia, rodeado de una guardia pretoriana armada hasta los dientes que, hasta ahora, le ha sido fiel.
DANIEL BINDER
DPA
