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EN CLAVE DE Y: En clave de rating | ||
por MARÍA EMILIA SALTO | ||
Los debates parlamentarios no suelen encabezar los ratings televisivos ni acaparar la atención de diarios y radios. Fragmentos, noticieros, grupos específicos, seguidores de programas políticos, puede ser. Algún que otro legislador sorprendido durmiendo o leyendo el diario o jugando con un ratoncito a cuerda, sí. No recuerdo que la definitoria sesión del Senado Nacional haya tenido clavados frente al televisor a tanta gente hasta las cuatro de la mañana y además ¡suspenso incluido! Como diría mi ídolo el venusino Sr. Spock, "fascinante". ¿Qué pasó con las buenas épocas en que lo importante se votaba "entre gallos y medianoche", cuando los ciudadanos y ciudadanas comunes dormimos el sueño de los justos, mientras los malos conspiran? No fue lo único que se pulverizó, créame. La mayoría automática es otro ítem que estalló, y vaya a saber cuántos más revelará el curso de los días. No me atrevo a caracterizar lo que pasó como la tinellización de la política, en primer lugar, porque no suelo subestimar los fenómenos culturales, me gusten o no. Sin embargo, dígame si no se parece al final de un "Bailando por un sueño": altísimo rating, final reñido, jurado que sentencia al vicepresidente Julio Cobos, el cual, me da la impresión, será reivindicado por el público. Y seguirá bailando. No son las únicas semejanzas: así como los dimes y diretes del programa televisivo más visto le dan vigencia el resto del día en los espacios de chimentos, e introduciéndose en los noticieros, nuestro sentenciado, más tal o cual senador, más tal o cual ruralista, sobre todo don Alfredo, no sólo ocupan el espacio destinado a la política: están en los programas mañaneros, entre las medialunas, la gimnasia rítmica y el gracioso de turno. Y en los de la tarde y la mediatarde, y... ¿vio al Minicobos en "Indomables"? Estos nuevos personajes mediáticos, quizás tengan la efímera vida de las mellizas de apellido impronunciable, Cypolitakys o algo así, o serán catapultados como invitados o invitadas permanentes. ¿Quién lo sabe? Sólo el rating. Quizás usted es de las personas capaces de reírse de las cosas serias, actitud que reivindico como muy saludable. O quizás crea que lo que está en juego es demasiado importante para "tinellizarlo". En el primer caso, sólo me queda reír con usted y si sabe, comparta alguno de los mil y un chistes que el imaginario popular irá pergeñando, sin duda, al estilo de "¿sabés cómo le dicen a...?" En el segundo, sólo me resta decirle que lo lamento por usted. Y hablando en serio, me parece que todo este larguísimo conflicto nos ha desasnado de lo que hay detrás del concepto nebuloso de "el campo". Nos pusimos al día de cosas tales como los pooles de la soja, los campos arrendados en detrimento de sus antiguos propietarios, por qué tal o cual actividad tiene retenciones, y unas cuantas cosas más, si bien, he notado que el factor "intermediarios", con nombres, apellidos y acciones en la Bolsa, no han acaparado los titulares ni los debates, salvo alguna que otra mención. (Me pregunto si este tema habrá ocupado u ocupará algún lugar en nuestro sistema educativo, entre las matemáticas y la geografía. ¿No sería bueno?) Paradójicamente, y a pesar de esta escolarización masiva, en el imaginario ha sido más fuerte ese idílico "campo" identificado con la Patria y la guitarra, acuñando por siglos (tres, para ser precisa) de historia tradicional y dominio cultural, que la "redistribución de la riqueza", o "los más pobres", que evoca y convoca a la solidaridad y la renuncia personal, imaginario teñido de responsabilidad y renuncia. Como diría el vicepresidente Cobos: "Huy, huy, huy".
MARÍA EMILIA SALTO | ||
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