Domingo 20 de Julio de 2008 Edicion impresa pag. 34 > Sociedad
CURIOSIDADES PATAGONICAS: Chalet en el valle donde reinó el galés Austin

Retrato de 1905. Ya antes de la instalación del primer maestro de Cholila Vicente Calderón en esa región cordillerana, el galés Tomás T. Austin, como representante que era de la chilena compañía ganadera y frigorífica Cochamó, acordaba a nombre de su representada, compras de ganado en las estancias de la vulgarmente llamada “Compañía Inglesa” (asentadas en los cordilleranos valles chubutenses y rionegrinos) y otras negociadas con otros estancieros menores. Las operaciones concertadas “in situ” se completaban vía telegráfica con la sede central de la Cochamó en Santiago de Chile. Pero el ganado en pie marchaba por el sendero abierto por El Manso hacia el Pacífico, orilla y asiento de la grasería y pueblito pesquero de Cochamó. El sendero, que violó el estatus quo que rigió en la frontera durante el conflicto con Chile –y denunció Clemente Onelli–, es el mismo camino que aludió Santiago P. Ryan (B. Cassidy) en su carta del 10 de agosto de 1902 suscripta en Cholila y remitida a la señora Maude Davies (original que este cronista tuvo en sus manos en el archivo de la Utah Historical Society, Colorado, E.E. U.U.).

El galés expansionista. Austin no fue un mero operador de la compañía chilena y mucho tuvo que ver con las expansión de la empresa ganadera chilena en la Argentina. No está a mano el material que demuestre cuál era el acuerdo entre Austin y la compañía que, por lo menos desde 1901, funcionaba en Cochamó. Y aunque tampoco está probado que Austin siguió en la empresa hasta 1916, cuando desapareció por quebranto, lo cierto es que en la pequeña historia del pueblo Cochamó figura que a Tomás Austin le cedieron en usufructo por 20 años, todas las tierras fiscales del valle de los ríos Cochamó y Manso. Las investigaciones intentadas en Santiago de Chile para dar con las huellas de la compañía desaparecida, resultaron infructuosas. Rastros y pistas quedan. Demuestran que Austin, consumó ciertas transgresiones por conseguir planteles de ganado; transó con cuatreros, compró para la Cochamó las mejoras de los bandidos norteamericanos que luego fugaron de Cholila, y armó una oscura transacción con el doble criminal Pío Quinto Vargas a quien ayudó a fugar de la cárcel de Rawson en la noche del 27 de octubre de 1905 (el juez letrado de Chubut entendió que Austin fue el estratega de la fuga y quien pagó el caballo que entregó a ese efecto otro galés: David Lloyd Thomas).

Pueblo y Compañía Cochamó. Tras el muy accidentado viaje por el viejo e intrincado sendero cordillerano del Manso a Cochamó, quien esto escribe, recopiló en esa población chilena –en marzo de 1985–, información complementaria de la desaparecida compañía. La única historia lugareña basada en la tradición oral, señala que la compañía se instaló allí alrededor de 1900. Fue un tal Bernardo Gribe quien con un machete y acompañado de su perro abrió la primera parte de la picada que más tarde cruzó a la Argentina y llegó a El Manso, y se conectó con El Bolsón y Lago Puelo. Junto al Pacífico la compañía proyectó una grasería para faenar ganado, pero inicialmente lo embarcó vivo para el norte. Mejoraron el sendero para pasar el ganado comprado en la Argentina y se iniciaron con 600 vacunos y 150 equinos. “Se traían en siete días de travesía y se hacía cargo el capataz de la compañía que era Pedro Pablo Rojas” contó un lugareño. Erigieron tres chalets de madera y mantuvieron un fundo llamado Revolquet de 8.400 hectáreas. La grasería, finalmente se inauguró en 1905, y la compañía permaneció hasta 1911 (definitivamente disuelta 5 años más tarde).

Lo que queda. Sobrevive uno de los tres chalets -que en marzo de 1985 fotografió quien esto escribe), restos de los cimientos de la grasería y también la vieja parroquia María Inmaculada de tejuelas de alerce que tiene su vieja historia. Arrancó con la decisión de establecerla, suscripta en 1901 por el obispo de Ancud y se construyó hasta 1904 una capilla chilota que tuvo varias reformas. La última agrego su torre cuya campana fue donada por los bomberos de Santiago. (Continuará) 

FRANCISCO N. JUÁREZ

fnjuarez@sion.com

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