Es posible que el ejemplo se multiplique por cientos, que silenciosamente caminen por esta parte del país llevando la música a cuesta, es posible... siempre es posible, pero cuando uno conoce con lujo de detalles a los verdaderos protagonistas de pequeñas grandes historias, siente que la difusión del folclore está en buenas manos.
Tal vez esos cientos deberían ser miles, pero bueno, con los que hay alcanza para mantener viva la llama de los que creemos que el folclore va más allá de las modas, que el folclore debe estar siempre vigente, que cada incentivo al género es un paso adelante y que las escuelas son un buen punto de partida.
Rubén Direne es un lector, es un docente, es un hombre que lleva sus sueños a cuestas, a cambio de prácticamente nada, porque es de los músicos que saben que no se puede vivir de las presentaciones esporádicas ni de la venta de discos. Pero es, eso es lo importante, ser músico, no parecer músico, llevar el folclore a cada rincón de esta parte del país, llevar la música.
Desde Valcheta se propuso regalar música, enseñarla, difundirla, inculcar el género en nuevas generaciones que a esta edad, en la escuela primaria o secundaria, ya son capaces de tomar una guitarra y un bombo y dar los primeros pasos. Y no importa demasiado con qué se haga, importa que se haga, que se toque, que se sienta, porque para hacer música hay que sentirla.
Y tomé el ejemplo de Direne porque no es un músico de trascendencia, no está en los afiches en las disquerías, pero sí es un referente para poblados a los que nadie iría a enseñar lo que siente, lo que sabe, como siempre, a cambio de poco o nada, con el sólo afán de enseñar, o en todo caso de compartir.
Direne es profesor de música en el CEM 87 de Valcheta, allí tiene un grupo de 40 alumnos en un taller, muchos de ellos provenientes de parajes rurales, y los demás de la localidad. El mismo docente contó que "algunos de los chicos conquistados por la música estaban en situaciones de riesgo, alcoholismo, drogadicción, y este taller les ha permitido mejorar muchísimo su conducta". Es que la música transmite sensaciones fantásticas, transmite paz, como me dijo un lector hace algunos días.
Y lo que para muchos puede parecer parte de lo cotidiano, para estos flamantes músicos fue algo más que eso. El 25 de mayo subieron al escenario de la escuela para hacer lo que saben, música. Desde un paraje rural en el confín de Río Negro, tal vez pocos imaginaron que el público de su propia escuela se pondría de pie a aplaudirlos.
Allí presentaron 8 parejas de danzas folclóricas y distintos solistas masculinos y femeninos, ademas del mismo docente que también cantó. Y logró lo que esperaba, que al menos por un rato en la escuela la música los integrara sin distinciones.
Direne hace el trabajo de hormiga, no sólo en la escuela, sino también en todo el pueblo, porque busca a los músicos ocultos para que más allá de los trabajos, de las crisis, de los inconvenientes diarios, no resignen ese privilegio de hacer música.
Direne trabaja más allá de la escuela porque siente pasión por la música, ni más ni menos y en cada pueblo, en cada paraje de la Región Sur Rionegrina donde las alternativas no son demasiadas, la verdadera alternativa es hacer música, sentir que hay algo para mostrar y algo para lograr que será fruto pura y exclusivamente del esfuerzo.
Apenas es un ejemplo de los muchos que seguramente hay en Río Negro, en el país y de los que uno no se entera.
La diferencia está en hacer música, en dar cada día un paso adelante. Eso es lo que quedará en estos músicos que vienen.
JORGE VERGARA
jvergara@rionegro.com.ar