Dentro del escenario más incómodo El resultado del Senado dejó en mala posición política al gobernador Miguel Saiz. Mucho peor de lo esperado cuando se conocía que Verani votaría contra el proyecto de las retenciones. El revés oficial desnudó más la posición contraria de los aliados de la Concertación. En su intento final, Saiz requirió el viernes al ex gobernador que se abstuviera. Verani no aceptó esa opción. Esa actitud unilateral hubiese alcanzado para modificar el destino final. No fue así y el mandatario rionegrino quedó expuesto en el peor cuadro kirchnerista. Pichetto no ocultó esa deslealtad de Saiz y los suyos. Lo repitió toda la semana y lo introdujo en su exposición en el recinto. “Yo también fui víctima de la Concertación en mi provincia”, recordó. En otra parte, el parlamentario del PJ recordó a quienes se sacaban fotos con la presidenta porque tenía una imagen positiva del 80 por ciento. “Dónde están hoy”, se preguntó, palabra más palabra menos. El único senador de Saiz se opuso a la iniciativa K. Antes, el gobernador sólo garantizó el voto de un miembro de la Concertación: Hugo Cuevas. El gremialista Juan Carlos Scalesi confrontó al plan presidencial. El poder kirchnerista registró este magro aporte en el Congreso de su aliado rionegrino. Saiz le ofrece afecto y garantía de presencia personal -como lo hizo el martes el Congreso- pero expone un esquilmado respaldo político-institucional. Para peor, el mandatario rionegrino quedó como único referente en pie de la Concertación. Es obvio que el futuro de la alianza kirchnerista con radicales está sellado y, en todo caso, sólo algunos correligionarios quedaran en esas filas. Saiz será uno de ellos. Su permanencia tendrá motivaciones de gobernabilidad y, también, convicciones. No duda cuando defiende el proyecto nacional, incluso en los ámbitos más reservados. Así, sorprendió la semana pasada cuando argumentó ante sus legisladores por qué el oficialismo rionegrino debía anidarse más todavía al poder kirchnerista. En contraposición, Saiz desechó cualquier marcha que se asemejara a un acercamiento a los mandos radicales. Una estrategia que replicó después en cada oportunidad que lo pidió Kirchner. Dos reacciones transparentó Saiz tras la frustración en el Senado. Silenció su malestar por los actos de Verani, y repitió sus furias por el desenlace del vicepresidente Julio Cobos. Aparece un plan de desvío de responsabilidades. “Por qué culpar a Pablo cuando el PJ perdió más de una docena de senadores, que votaron en contra”, se justifican. Saben igual que esa mirada K no los excluirá de las culpas que alberga el matrimonio presidencial. Otra realidad provincial invade al oficialismo. La visión frente al kirchnerismo y el regreso orgánico a la UCR son caminos que se bifurcan entre Saiz y Verani. Habrá un tiempo de simulaciones, pero los hechos marcaron diferentes suertes. (AV) Verani y el regreso al protagonismo Pablo Verani se diferenció claramente del gobierno de Cristina Kirchner con su rechazo en el Senado. Ese posicionamiento legislativo tiene un segundo destinatario indirecto: el gobernador Miguel Saiz. El senador marcó su propia dirección y abrió una proyección para el 2011. La marcha del poder delineará finalmente qué podrá construir en el nuevo escenario político que instauró y le impuso al gobernador. Verani nunca compartió ideologías y acciones del kirchnerismo. Igualmente, se cobijó en la lista y la figura de Cristina Kirchner en las elecciones nacionales del año pasado. El ex gobernador sabía que tendría la ocasión de distanciarse y la oportunidad llegó mucho antes de lo esperado. Los tiempos coincidieron con la amenaza sancionatoria de la conducción radical, que mantiene el expediente disciplinario para Saiz y Verani. Esta semana, el debate en la Cámara Alta posibilitó al senador retomar un fluido diálogo con el presidente de la UCR, Gerardo Morales y el titular de la bancada del partido, Ernesto Sanz. Charlas y gestos que conformaron también el voto negativo del rionegrino. Por eso, la discusión legislativa por las retenciones ofreció muchas expectativas individuales. Verani advirtió la suya: el regreso al escenario. Lo utilizó, lo potenció y logró ponerse en el centro de la escena. No desaprovechó entrevistas, y resistió las presiones. Habló de su renuncia entre dirigentes íntimos cuando sabía que nadie insinuaría su concreción, mucho menos Saiz. Al otro día, el sábado, Verani llamó a su encuestador preferido, Ricardo Vignoni para que consulte en las principales ciudades de Río Negro sobre qué opinión se tenía acerca de su posicionamiento contra el proyecto de Cristina Kirchner. ¿Quién buscaría semejante respaldo social si su futuro dependía -según sus dichos- de la solicitud de su gobierno provincial? En realidad, los resultados aportarían otra razón para sostener su rechazo a la iniciativa oficial. Los datos fueron previsibles: más de la mitad de los consultados apoyaban la posición del ex gobernador. La actitud de Verani irrumpe en una gestión dubitativa y débil por la impronta de mando de Saiz. Esa condición ya posibilitó un escenario de intrigas internas y proyectos encontrados para el 2011. Cumplida la misión, el ex mandatario asumirá su conocida estrategia y se plantará en la defensa de la administración provincial. Pero marcó su espacio y fijará su sendero. El gobierno también lo ubicó en esa línea. Ayer, el ministro político, José Luis Rodríguez advirtió que aparecerán “nuevos proyectos políticos”. Resaltó que “las conductas individuales serán leídas como conformaciones de proyectos políticos”. (AV) |