NEUQUÉN (AN).- La simbiosis temporaria entre el titiritero y su muñeco tiene misterio. En ese acople enigmático, los más chicos experimentan una situación de ensueño, magia y diversión efímera; y los más grandes pueden sentir efectos liberadores que trazan un trampolín directo hacia la infancia.
Si no le cree a esta cronista, mejor escuchar a los titiriteros Pablo Coronel y Matías Vignolo de la compañía necochense Canapé de polenta, muy convincentes, y gustosos de valerse de muñecos gigantes, de rasgos exagerados, para ser "otros" durante cuarenta y cinco minutos. Tiempo de atención "justo y perfecto para un niño", enfatizan ellos.
"Los títeres tienen vida propia, hablan por sí mismos, tienen alma, nosotros no entendemos nada...no estamos ahí", dice Pablo. "A medida que nos fuimos purificando como titiriteros el títere se estaba poniendo cada más lindo. Como la consecuencia de algo interior", agrega el músico cuarentón devenido en titiritero hace quince años.
La atmósfera que domina la charla es de alegría, como no podía ser de otra manera cuando se está frente a un par de titiriteros, trotamundos, integrantes de un grupo de gente dispuesta a contar historias sobre el amor, los sueños imposibles, las amistades, soñadores, aventureros y personas que no sigue la lógica. Todo con altas dosis de música y canciones que entretienen y emocionan a la vez.
La compañía se completa con Yanina González, Silvia Ferreiro, Ana Ulrich, Vera Coronel y Emilio Padrón. Sin olvidar la participación del perro Polenta, la mascota de Pablo que trabajó con ellos largo tiempo. "Una vez lo levanté en Miramar y los chicos se murieron de risa, entonces eso creció", cuenta.
En una original combinación de música en vivo y títeres de gomaespuma, los Canapé de Polenta recrean la historia de un juglar en busca de su alma gemela a orillas del río Quequén con su obra "Amores en Quequén", donde no falta la figura del antihéroe, el pirata endemoniado. Y también "Ballenas en Quequén", un espectáculo repleto de situaciones desopilantes que atrapan al público y los hace participar. "Son espectáculos netamente musicales. Nosotros los definimos como comedias musicales, porque la música es el eje a través del cual vamos contando las historias", precisan los Canapé presentes en la ciudad.
En su afán de despertar risas entre los niños y grandes, recalan hoy y mañana en la sala Alicia Fernández Rego (Vuelta de Obligado 50), tras dar otras funciones, en el marco de este recreo que son las vacaciones de invierno. Los días arrancan con "Amores en Quequén", a las 15:30, y siguen con "Ballenas en Quequén", a las 17:30. Luego, el sábado 19, la compañía se trasladará al Cine San Martín de Centenario (Primeros Pobladores 176) con las dos obras: la primera a las 15:30 y la segunda a las 17.
"Ser titiritero es puro amor" es la definición que eligen Pablo y Matías para hablar de su oficio. Ellos, como sus compañeros, llevan quince años trabajando para los