En menos de un año la guerrilla más antigua del continente ha visto evaporado su principal capital estratégico: la "supuesta" invulnerabilidad de sus estructuras. La política de seguridad de Uribe, sustentada en la preeminencia de las actividades de inteligencia y en la internacionalización del conflicto armado -los sucesivos planes aprobados en Estados Unidos desde el 2000, 500 millones de dólares anuales, han transformado el país en el segundo receptor de entrenamiento militar del mundo, sólo superado por Irak- ha producido golpes devastadores a las FARC, sumergiéndolas en una crisis inimaginable una década atrás.
Por primera vez en el conflicto interno, en el 2007 desertaron más guerrilleros que los que murieron en combate -según datos oficiales, 1.450 rebeldes en lo que va del año-. Las FARC han visto sus filas reducidas a unos 9.000 combatientes, o sea, la mitad de los efectivos que tenía hace una década, cuando con frecuencia liquidaban puestos militares enteros. A esta licuación del poder territorial se le debe computar además el daño causado a los centros neurálgicos de decisión: la muerte de tres de los miembros del secretariado y la captura y muerte de varios hombres el Estado Mayor Central.
Estas sucesivas derrotas han impactado en la estrategia y táctica militar de la organización: repliegue estratégico, desconcentración territorial, incomunicación, campos minados y francotiradores han dejando atrás la época en que las FARC eran un cuasi Estado paralelo en una parte importante del territorio colombiano.
Esta ruptura progresiva de la invulnerabilidad organizacional -expresada en el rescate cinematográfico de Ingrid Betancourt- genera una serie de interrogantes: ¿estamos ante el fin de las FARC? ¿Cuáles son los escenarios posibles de evolución del conflicto colombiano?
" Escenario 1: salida política y paz negociada. Los analistas internacionales que especulan con esta posibilidad se basan en dos supuestos: en primer lugar, el recambio generacional que experimenta la cúpula de las FARC; en segundo término, la debilidad actual de la organización empujaría en esta dirección. Al respecto es importante contextualizar ambas consideraciones.
En primer lugar, si bien el nuevo secretariado emergente con la muerte de "Tirofijo" tiene varios miembros con estudios universitarios y experiencia político-civil (el ejemplo destacado sería Cano), esto no es de por sí sinónimo de flexibilidad y pragmatismo. No son pocos los que vaticinan que el pragmatismo rural y empírico de "Tirofijo" ha cedido espacio al dogmatismo urbano y ortodoxo de los cuadros académicos. En segundo orden, no es claro que Alfonso Cano sea representante del ala política de las FARC al tiempo que "Mono Jojoy" de la militar. De hecho, ambos han compartido históricamente una buena relación y los frentes militares de Cano -y no los de Jojoy- han sido los que más han crecido y los que menos golpes militares han recibido en el último período. En tercer término, si las FARC negocian la paz hoy en día, lo harán en condiciones de cuasi-rendición, con un poder político no dispuesto a ceder reformas políticas, sociales y económicas, en el marco de una organización guerrillera con escasa representatividad y legitimidad política. ¿Después de 44 años de guerra, estarían dispuestas las FARC a dejar las armas sin nada a cambio?
Finalmente, los memoriosos jefes de las FARC temen un desarme, dado que cuando intentaron tener un brazo político en los '80 escuadrones de la muerte vinculados con la para-política aniquilaron a cerca de 4.000 activistas.
" Escenario 2: re-invención militar de las FARC y prolongación del conflicto como guerra de desgaste. En esta hipótesis las FARC procederían a descentralizar sus mandos con el objetivo de solucionar los problemas de infiltración y comunicación. Muchos analistas militares sostienen que la liberación de Ingrid Betancourt y de los prisioneros norteamericanos hace perder a las FARC visibilidad política y relevancia internacional, todo lo cual las empuja a conseguir iniciativa por la vía militar, a través de la preparación de una ofensiva. La marginalidad campesina, los territorios sureños desarticulados física y políticamente, la iniquidad en la distribución de la tierra, la debilidad y corrupción de la Justicia y las ganancias del narcotráfico y de otros negocios como la minería hacen que la organización halle un terreno fértil para el reclutamiento y la financiación operativa.
" Escenario tres: desintegración de las FARC por medio de la política militar de Uribe. Resultan indudables la superioridad del Estado y la debilidad actual de la guerrilla, pero el triunfalismo no es buen consejero político. Si bien no es imposible, parece poco prudente y realista diagnosticar el fin de las FARC en el corto plazo. La estrategia de Uribe, más allá de sus éxitos militares y de la euforia que ha generado en la opinión pública, cierra compuertas políticas y militariza el conflicto. El camino militar fuerza a las FARC a criminalizarse aún más y subestima el potencial daño humanitario e institucional de este escenario. Para Uribe, contradiciendo a Clausewitz, la guerra no es un arma de la política sino que más bien la política es un arma de la guerra. Pero la destrucción física de las FARC no será tarea sencilla. Una mirada más allá de Colombia resulta ilustrativa: ETA, con apenas unos 300 hombres, ha sabido por mucho tiempo desestabilizar una democracia y un Estado consolidados.
Sobre la base de este abanico de escenarios posibles, los países de América Latina no deben dejar de promover salidas regionales, diplomáticas, políticas y humanitarias alternativas a la militarización neo-conservadora. No se debe perder de vista que en Colombia se define mucho más que el futuro de las FARC: se define un modelo de intervención y resolución de la conflictividad en América Latina.
FEDERICO ZAPATA (Licenciado en Ciencia Política (UCC) e investigador (UTDT-FORD)
Especial para "Río Negro"
