| ||
En boca de todos | ||
El debate de las retenciones móviles en el Congreso de la Nación ha puesto por diversos motivos a los representantes rionegrinos en el centro de las miradas de todo el país. Siendo una provincia patagónica, que recién a partir de 1957 se incorporó al Parlamento nacional, con apenas el 1,52% de la población del país y que tradicionalmente ha tenido un menguado peso político en la Argentina, esa notoriedad no es habitual. Y su significación respecto de valores democráticos ha sido dispar: " Está próximo el inicio del juicio oral a Remo Costanzo como uno de los principales involucrados en el escándalo de sobornos en el Senado durante la gestión De la Rúa. " Fernando Chironi centró la atención cuando defendió la postura contraria a la reforma K del Consejo de la Magistratura. " Amanda Isidori, por su parte, fue más conocida por lo que no defendió: se retiró del recinto, a pedido de Pablo Verani, para permitir la derogación de la ley de Subversión Económica que pedía el entonces presidente Duhalde y que -¡vaya paradoja!- resistía la actual presidenta Cristina Kirchner. En estos días, el Congreso debate un proyecto que grava con pesadas retenciones móviles al agro. Éste es un tema esencial en la definición del modelo de país y del grado de intervención del Estado y la estructura política en la economía. Y la participación de varios representantes parlamentarios rionegrinos parece un remedo de la "hoguera de las vanidades", al estilo que tan afinadamente delineó Tom Wolfe en la novela que fue un éxito en los '80. En términos generales, el modo en que se ha desarrollado este conflicto vuelve a poner en la mira lo que ya es un lugar común en los análisis de la ciencia política: la crisis de representatividad, el quiebre cada vez mayor entre lo que la gente vota, por qué lo vota y cómo se vota, y la satisfacción del electorado, la calidad institucional. En una palabra: existe una democracia cada vez más formal y menos real, una cáscara hueca, a la vez fuerte pero frágil, que no consigue más que satisfacer sus propios requerimientos para autosostenerse, pero que deja a la población burlada y ausente de las decisiones. En lo particular, la "batalla del Congreso" demuestra que, en Río Negro, los partidos políticos conformaron sus listas de candidatos nacionales guiados por necesidades de la dirigencia y sin tener en miras la naturaleza de la tarea a desarrollar. Esto derivó en que hoy se sienten en bancas de Diputados y Senadores que carece de las más elementales condiciones para aportar decisiones de calidad a la política del país. Resulta impredecible su respuesta a las presiones que plantea el debate de temas centrales. Todavía resulta inexplicable que uno de los representantes de Río Negro en Diputados sea Hugo Cuevas, quien como única "virtud" ha demostrado su incuestionada sumisión a las directivas del gobernador Miguel Saiz. Jamás hasta el momento Cuevas ha fundado en el recinto una opinión sobre los temas en debate, ni la ha explicado a sus representados. Antes del tratamiento de las retenciones móviles en Diputados, Saiz llamó a Cuevas, le dijo que debía votar a favor del proyecto de los Kirchner, Cuevas se alineó y punto. Sin cuestionamientos ni razones. Eso, a pesar de que su elección fue con votos radicales, antes de que Saiz formalizara su Concertación con el kirchnerismo. Arriaga, en cambio, asumió en una lista del Frente para la Victoria y era lógico que votara con el kirchnerismo. Lo que lo dejó mal situado fue, en su caso, que antes de hacerlo confundiera a los productores hablando en su defensa. La diputada nacional Lorena Rossi es para Julio Arriaga el equivalente de lo que Cuevas representa para Saiz: un alter ego. En los últimos días, la ex docente de Jacobacci acompañó las contorsiones que tuvo el discurso del cipoleño: amagó oposición y votó oficialismo. Además, aun cuando no se probara si fueron personalmente sobornados -durante la supuesta reunión de madrugada con el funcionario que reparte los ATN, según denunció Raúl Castells-, ambos admitieron que canjearon su voto aceptando que un sector se perjudique a cambio de que se beneficie a otro, el de la pera y la manzana. La posterior alusión a vagas promesas en favor de los laneros pareció sólo dirigida a aliviar el regreso de Rossi a la Región Sur. En este punto, es inevitable recordar cómo llegó ella a la lista de candidatos a Diputados y María José Bongiorno a la de Senadores: por la presión de Arriaga de imponer condiciones a la contumacia de Miguel Pichetto en conformar el Frente para la Victoria con Encuentro-Frente Grande. En pocos meses, en la provincia el Frente voló por los aires, pero los rionegrinos seguiremos teniendo representantes resultantes de ese desaguisado. La mayoría -incluso de quienes votaron por el FpV- ni siquiera las reconocería por la calle. De manera que mal podría alguien reprocharles o elogiarles la conducta que adopten en representación de la ciudadanía provincial. Dos veces gobernador y varias presidente de su partido, nadie duda en cambio de la legitimidad de Verani en el Senado. Su caso, curiosamente, es distinto. Él sí fue en una lista kirchnerista, aun cuando hoy diga que nunca adhirió a ese credo. Por lo tanto, su fundada rebeldía contra las elevadas alícuotas de retenciones no altera el sistema de representatividad sino sólo la idea de un voto automático por bloques. Lo mismo podría decirse de la oposición al proyecto gubernamental que en Diputados sostuvo Juan Carlos Scalesi hasta la votación final, resistiendo presiones directas de todo tipo de parte de Saiz y del justicialismo. Es imposible saber si Verani mantendrá su posición contraria al proyecto kirchnerista hasta el miércoles, cuando se trate en el recinto. Abstenerse para defender su texto alternativo terminaría, en todo caso, ayudando al gobierno. Su iniciativa, es de notar, no difiere de aquél más que en el porcentaje de las alícuotas, ya que ratifica la resolución 125. Por último, Pichetto sigue pareciendo más un ministro del Ejecutivo que un representante patagónico. Su advertencia de que Cobos debería renunciar si opina distinto lo muestra, además, en una avanzada de intolerancia peligrosa. En definitiva, la representación actual de Río Negro en el Congreso se hace notar hoy más por su volubilidad que por su integridad. Y eso no es motivo de orgullo.
ALICIA MILLER | ||
Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí | ||