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LA SEMANA EN SAN MARTIN DE LOS ANDES: Negaciones | ||
Thomas Carlyle dijo alguna vez que es peligroso comenzar un asunto con negaciones, y es fatal terminarlo a causa de ellas. Por estos días de gris cordillerano y ansiedad de nieve en San Martín de los Andes, hay conflictos empeñados en ignorar las advertencias del historiador y ensayista escocés. Por caso, se repiten escaramuzas territoriales en el blanco de cerro Chapelco. Pero hay novedades, que no son precisamente la última y enésima demanda de la comunidad mapuche Vera al gobierno del Neuquén, en reclamo de la entrega del título de sus tierras, que alcanzan la base del complejo de deportes de invierno. Antes, conviene recordar que la comunidad Vera se niega a recibir una escritura recortada de la propiedad de los particulares que están en el cerro, y se niega también a un "comanejo" del lote "69 A" con la vecina comunidad Curruhuinca. Los Vera endilgan la responsabilidad de resolver ambos asuntos al gobierno provincial. A su vez, los Curruhuinca se niegan a perder poder de decisión sobre un espacio que está llamado a reportar dividendos por el histórico y por el futuro usufructo comercial de las tierras, aun cuando ese será seguramente el último tema de conversación, pues antes está la propiedad comunitaria y la vigilancia ambiental Ahora bien, está por terciar otro actor: los Curruhuinca se han dividido. Las familias de Puente Blanco, que sintonizan con la Confederación Mapuche, iniciaron contactos para ser reconocidas como comunidad aparte del resto de los Curruhuinca, que aborrecen de la organización madre. Como se ve, son demasiadas negativas, negaciones, escisiones, en unos pocos kilómetros cuadrados de la tierra donde está buena parte del motor económico de San Martín de los Andes. Esta nueva agrupación, que está aguas abajo, también querrá decir lo suyo sobre Chapelco, entre otras cosas porque sus integrantes son los que hace años forzaron la creación de una comisión de monitoreo ambiental de la montaña, que derivó en la construcción de una planta de saneamiento para tratar el pis y la caca que dejan los esquiadores. En fin. Todas las miradas apuntan al cerro y cada vez hay más protagonistas y más confrontación entre quienes se dicen sus ancestrales dueños.
Cambio de postura Mientras tanto, otra de las novedades es la decisión de la empresa concesionaria de asumir un rol más activo, como mediadora entre los mapuches y el gobierno provincial, que hasta aquí todavía es el propietario de la montaña. Parece un acto inteligente, contrastante con la histórica prescindencia de los concesionarios, que veían pasar el conflicto con las comunidades mapuches como si fuese asunto de otra vecindad. Acaso con el cambio de manos que se produjo en 2007, habrá comprendido la nueva empresa que debe ser la más interesada en resolver esta disputa, pues el futuro de Chapelco depende de ello. Sin acuerdo de las comunidades, no hay posibilidad de encarar nuevos desarrollos en la montaña. Salvo que la montaña se "mude...". Y es que aunque parezca absurdo, hay quienes sostienen que si pasa otro año sin arreglo con y entre las comunidades mapuches, debería pensarse en llevar la base de Chapelco a otro lugar. Esa bien podría ser una fatalidad para algunos, al decir de Carlyle.
FERNANDO BRAVO | ||
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