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Moreno contra el mundo | ||
De tomarse en serio las palabras del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, casi todos los argentinos son víctimas de una extrañísima ilusión. Por motivos desconocidos, creen que la tasa la inflación ha superado ampliamente el 20 por ciento anual y que toda vez que van al supermercado tienen que pagar más que antes por los mismos bienes. Sin embargo, según dijo Moreno cuando hablaba ante una comisión del Senado para explicar cómo marchaba la economía, si bien hubo un pequeño problema inflacionario debido a los errores cometidos cuando Roberto Lavagna estaba a cargo del Ministerio de Economía, después "se pudo bajar porque recuperamos el instrumento valioso que es el análisis de los costos empresarios", un instrumento que es de suponer Lavagna no supo aprovechar con la misma habilidad que sus sucesores. Por lo demás, en opinión de Moreno las cifras difundidas por el INDEC que tantas polémicas han provocado, son las únicas que son dignas de crédito, ya que "los verdaderos índices son los oficiales; el resto son solamente especulaciones de revistas especializadas". En cuanto a aquellos economistas como Alieto Guadagni y el ex presidente del Banco Central, Javier González Fraga, que afirmaron hace un par de días ante la misma comisión que la información brindada por el INDEC es "mentirosa", a juicio de Moreno son meramente consultores y "el que sabe, sabe; y el que no es consultor". Puesto que los dispuestos a reivindicar los índices confeccionados por el INDEC constituyen una minoría muy pequeña conformada por miembros del gobierno kirchnerista, estamos ante una situación alarmante. Si para asombro del resto de la población se pudiera probar que Moreno tiene razón, el que la ciudadanía se haya entregado con tanta facilidad a una fantasía colectiva debería preocupar sobremanera al gobierno nacional. Al fin y al cabo, si fuera verdad que la mayoría abrumadora de los habitantes del país vive en un mundo ficticio, permitiéndose asustar por fenómenos no existentes, entre los responsables de este estado de cosas lamentable estarían aquellos funcionarios, encabezados por Moreno, que no han sabido convencerla de que sus temores son totalmente irracionales. En una situación así, un gobierno "normal" no tendría más alternativa que la de echar a quienes por los motivos que fueran han resultado ser comunicadores tan ineptos que aun cuando saben muy bien distinguir entre lo verdadero y lo falso no les cree nadie. Lo entiendan o no Moreno, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, su marido y otros integrantes del gobierno que juran que las estadísticas suministradas por el INDEC reflejan con precisión lo que está ocurriendo en la economía nacional, el que virtualmente todos los demás, incluyendo a especialistas extranjeros prestigiosos, imaginen que en la Argentina la inflación plantee un problema mayúsculo no puede sino tener consecuencias concretas. De resultas de la escasísima credibilidad de Moreno y otros voceros oficialistas, sindicalistas están reclamando aumentos salariales a todas luces excesivos para un país en que la tasa de inflación anual es inferior al 10 por ciento, empresarios están demorando inversiones destinadas a mejorar la productividad porque ellos también creen que la economía ha ingresado en una fase de gran inestabilidad, acreedores protestan porque se suponen víctimas de una estafa puesto que el rendimiento de diversos títulos depende de la evolución de los precios minoristas y así largamente por el estilo. Es que las ilusiones colectivas, sobre todo las relacionadas con la economía, suelen cobrar realidad. Si una cantidad suficiente de personas se convence de que las cifras registradas en provincias como San Luis o estimada por consultoras despreciadas se aproximan más a lo que está sucediendo que las preferidas por Moreno, la economía entera no tardará en ajustarse a lo que imaginan es la verdad. En vista de que desde enero del año pasado la información procedente del INDEC está bajo sospecha, sería milagroso que la economía real no se haya dejado influir por las falsedades convincentes propagadas por la mayoría de los expertos no oficialistas en la materia, de suerte que, a menos que la Argentina sea un país en que lo que cree la gente no incida para nada en lo que hace, sería imposible que Moreno estuviera en lo cierto. | ||
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