• Retrato de 1905. Desde 1899, cuando la Patagonia padeció el desborde impetuoso de sus principales ríos a causa de diluvios cordilleranos y la consecuente destrucción de pueblos, establecimientos ganaderos, agrícolas y chacras, hasta 1905 se verificaron novedades de recuperación, consolidación y progreso. Aquellas inundaciones en la agonía del siglo impidieron inaugurar en la fecha prevista (estimada primero para el 25 de mayo de 1899 e infructuosamente corrida al día 31) la línea ferroviaria al Neuquén. Era precisamente el más ampuloso de los hitos del progreso que se urgía para la región. El impulso fue tal que al año siguiente, cuando se iniciaban los trabajos de los cimientos para sustentar los siete tramos del puente, otra inundación de mediados de julio (1900) -menor que la anterior- necesitó la evacuación de parte del obraje. Pero el 26 de junio de 1901 se hizo la prueba de resistencia y el 12 de julio de 1902 el gobierno nacional autorizó habilitar la estación Neuquén. Ya en mayo se había creado la Colonia Nahuel Huapi reservándose tierras urbanas como para trazar la entonces incipiente San Carlos. En la inmediata primavera se conoció el laudo arbitral británico sobre el diferendo limítrofe mientras avanzaba el tendido de líneas telegráficas que en mayo de 1903 llegaron a orillas del lago Nahuel Huapi. Y a fines del invierno de 1904 la capital neuquina se trasladó a su actual emplazamiento. Al año siguiente el ingeniero Lázaro R. Molinari trabajó la traza de Esquel -una especie de subcapital cordillerana del Chubut-, el 25 de febrero de 1906 desde donde ese día se hizo la primera transmisión telegráfica que valió como hito fundacional.
• El valor de las tierras. Pero desde 22 de octubre anterior (1905), en las cercanías -más precisamente en el valle de Cholila- arribó el maestro Vicente Calderón. Como de súbito el maestro detectó que parte del valle tenía ganado echado por la Argentine Souther Land Co. Ltd., desde su cabecera ganadera de Leleque y otra parte del valle se estaba mensurando por venta a la Compañía Cochamó, consumó la denuncia que ya fue tratada en esta columna. Pero en la sede argentina de la Compañía inglesa de tierras -que estaba en Bartolomé Mitre 335- ya a fines de marzo se supo de la voz que había corrido en buena parte de la Patagonia central: que la Cochamó había comprado varias parcelas que sumaban 40 leguas de varios propietarios de Tecka a razón de 18.750 pesos la legua, y también enajenaron los derechos de otras 16 en Chubut que tenía “el Dr. Moreno” (por el perito Francisco Pascacio). Aunque el informe de los ingleses era que le habían pagado a razón de 10.000 pesos papel cada legua, algunos diarios publicaron otro precio y una extensión mayor. Uno de los diarios decía: “El señor Francisco P. Moreno ha vendido a un sindicato chileno las 18 leguas de tierra que le fueron donadas por el Congreso en 300.000 pesos” (ver foto del recorte periodístico).
• Negocios y operadores. Si la venta aludida es la que llevó al drama de Cholila (intento de asesinato al maestro), el que intermedió en la venta en doble transferencia fue Florencio Martínez de Hoz, y quien ubicó los títulos en ese el valle aludido. Lo cierto es que al final del verano de 1905 la compañía Cochamó había comprado tierras y ganado en abundancia: en la región pastaban 35.000 ovejas suyas y en las costas del Limay aguardaban entre 2000 a 3000 cabezas de ganado, para pasar a Chile. Sus operadores en la región eran un tal Navarrete y el galés Tomás T. Austin.
• Las andanzas de Austin. Era huérfano y de 11 años cuando llegó de Gales a la Patagonia. Con carácter de pionero audaz, Tomás T. Austin y su tumultuosa familia vivían en la chubutense Colonia 16 de Octubre, y ya el 22 de marzo de 1897 su esposa Mary había completado la decena de integrantes de su prole con la llegada de su hija Emma (que vivió en Trevelín hasta el 11 de julio de 1969). A su familia pertenecía el lote 44 de las 50 leguas que constituyeron la colonia galesa “16 de Octubre”, no lejos de Cholila. (Continuará)
FRANCISCO N. JUÁREZ
fnjuarez@sion.com