El suspenso, con visos de dramatismo, sigue vigente en el pleito del campo que pasó ya la barrera de los 4 meses ¿Volverá la calma después de una tormenta que no termina de amainar? Mientras los senadores K se aprestan a ratificar el próximo miércoles las retenciones móviles a las exportaciones de soja, como quiere el Ejecutivo tras las concesiones hechas en Diputados, los opositores, más peronistas disidentes y de provincias productoras como Carlos Reutemann y radicales de la Concertación (Pablo Verani), tratarán de dar el batacazo.

"Caballo que alcanza, ganar quiere", apeló al lenguaje turfístico Mario Llambías, de Confederaciones Rurales Argentinas. Sin embargo, desde la trinchera oficialista, el jefe de la bancada Miguel Pichetto, se mostró seguro de lograr la mayoría, que en esta oportunidad no será tan holgada como en otras ocasiones. Ayer contaba con apenas dos votos de diferencia.

Es que el vendaval llegado desde el interior produjo quiebres por doquier y en el peronismo, dócil cuando hay un jefe indiscutido pero feroz y dispuesto a todo cuando observa debilidad en la cúspide, se produjo un desgajamiento en la CGT (donde fue ratificado el camionero Hugo Moyano), y se percibieron movimientos para esmerilar a Néstor Kirchner, con José Manuel De la Sota y Eduardo Duhalde, como referentes ineludibles.

Bajo las invocaciones al amor, la tolerancia y la paz, se esconden profundos resentimientos que van mucho más allá de retenciones que, eso sí, significan millones de dólares en disputa.

"No nos van a ganar la calle", bramó Kirchner cuando se enteró de que el campo, después de la histórica concentración en Rosario difícil de igualar, llamó a manifestarse el martes próximo frente al monumento a los Españoles, en Palermo. "Del otro lado del zoológico", como punzó con inocultable sentimiento antiperonista el dirigente de CRA, Mario Llambías. Sus palabras cayeron mal en otras entidades más cercanas a sectores populares.

La réplica consistió en planificar otra marcha, a la misma hora pero en la Plaza de los Dos Congresos, por parte del justicialismo, más aliados como los radicales K Miguel Saiz, de Río Negro y Gerardo Zamora, de Santiago del Estero.

El gobierno no tiene mucho margen de maniobra. Debe aprobar el proyecto enviado por Diputados sin tocar una coma, para no exponerse a que se abran las discusiones y el país sigue semiparalizado por las pasiones que tanto obnubilan a las mejores razones.

Una senadora del Frente de la Victoria por la provincia de Mendoza creía sinceramente que el problema se encauzaría el miércoles. Pero la dejó perpleja una exteriorización del intendente de Armstrong: "Salga como salga la votación, el conflicto seguirá", le advirtió.

De lo que se tratará, después de jornadas complicadas, es de serenar los ánimos. La pelea se instaló en las rutas y en las plazas hasta que el vicepresidente Julio Cobos, por iniciativa propia o mandado (según quien proporcione la versión), la encarriló institucionalmente llevándola al Congreso.

Allí se dio un debate amplio y el gobierno flexibilizó su postura, a través de subsidios y compensaciones a medianos productores y aliviando los trámites burocráticos. Sin por ello anular la alícuota de las retenciones móviles para los grandes grupos y -lo que más molesta a las entidades agropecuarias- dando legitimidad al artículo segundo, que otorga facultades a la Presidencia sobre el Código Aduanero.

En el Senado, la suerte parecía echada. "Estamos en el horno", reconoció el titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, pero con el correr de las horas alumbraron 4 proyectos opositores, muy difícil de sintetizar en uno solo. Uno de ellos es del concertador Pablo Verani, quien despotrica a los gritos cuando se lo denomina radical K. Hasta ahora su postura es claramente antigobierno, pero el gobernador Saiz le aconsejó que si no consigue ninguna adhesión, adhiera a la iniciativa más coincidente con la suya, ésta es la del kirchnerismo. Como le gusta sentenciar a Verani: en la cancha se verán los pingos.

¿Cobos está?

El vicepresidente Cobos está hoy en una posición incómoda. "Se equivocó y feo. Y para colmo se siguió reuniendo con ruralistas que producen urticaria en la Casa Rosada", confiaron distintas fuentes a "Río Negro".

En principio, se lo va a ignorar, aunque no habría que descartar la posibilidad de que se convierta en árbitro. Figura decorativa que toca "la campanita", si se produjera una igualdad debería desempatar. Una de las legisladoras que más lo comprende, Margarita Perceval, está segura de que producirse esa instancia, el mendocino estará del lado de Cristina.

Kirchner es de los que piensan mal y aciertan. Festejó el rompimiento que produjo el gastronómico Luis Barrionuevo. "Con dirigentes como él, se queman solos", se ufanó.

Lo que no puede ignorar Kirchner es que hay otros políticos que tienen buena aceptación popular, aunque faltos de carácter para promover una renovación en el justicialismo. En esa senda se puede ubicar una trilogía: Carlos Reutemann, Felipe Solá y Jorge Busti.

Volviendo a Cobos, algunos no olvidan el estropicio que hizo en Mendoza cuando colisionó con Roberto Iglesias, antes de caer en los brazos de los Kirchner. "Es un hombre incapaz de conspirar. Sólo busca el diálogo", dicen los que lo conocen íntimo . Los más impiadosos lo observan miope: "Sabe hacer la primera jugada política, pero no la segunda".

En el radicalismo oficial hay distintos criterios. Gerardo Morales, el titular de la UCR, no quiere saber nada con los K. "Están expulsados, no pertenecen más al radicalismo".

Pero otros radicales K, en ocasión de un homenaje que se le hizo a Raúl Alfonsín, en La Plata, le dijeron a Federico Storani que quieren volver, aunque son muy hirientes con Morales "por lo mal que viene manejando al partido".

Alfonsín siempre influye, pese a haber pasado la barrera de los 80. Ordenó mirar hacia Santa Fe, donde gobierna el socialista Hermes Binner.

ARNALDO PAGANETTI

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